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02.01.2018 Críticas  
Hitchcock, maestro del suspense ¿hilarante?

Carlos Latre debuta en el terreno de la dirección teatral con McGuffin, un espectáculo que pretende hermanar la figura y obra de Alfred Hitchcock como maestro del suspense con la comicidad del vodevil más alocado. El resultado es algo irregular aunque no exento de buenos momentos.

No deja de tener su gracia la recuperación del espacio, reconvirtiéndolo en teatro. Primero bautizado como Cine Infanta desde 1945 hasta 1968, no fue hasta un año más tarde que reabrió con el nombre de Aquitània y se convirtió en una sala de arte y ensayo. Tras distintas etapas y gestores, en 1991 pasó de ser un cine de barrio a la sede de la Filmoteca de Catalunya, fase que desarrolló durante dos décadas. Si bien es cierto que ya se inauguró como espacio teatral en 2013, el estreno de McGuffin parece iniciar una nueva etapa.

Este detalle es totalmente anecdótico dentro del espectáculo, pero es algo que aporta un ambiente especial. Latre se ha rodeado de un equipo de cómicos de solvencia contrastada como Mònica Pérez y Jordi Ríos para orquestar una función que presenta un conjunto de situaciones desarrolladas a partir de una premisa inicial. No obstante, su devenir termina resultando una sucesión de escenas que no podemos considerar como una obra teatral paradigmática o con un desarrollo narrativo al uso.

Pérez firma también la autoría de la pieza. Ha conseguido incluir guiños y referencias a los filmes del reconocido cineasta, a veces sutiles y a veces no tanto, que siempre se captan con rapidez. Bromas y chistes más elaborados con otros lugares comunes y fugas narrativas. Como en el resto de la función, no veremos una progresión o desarrollo explícito, aunque el último tramo parece encontrar el tono esperado y hacernos participar del humor más desaforado.

En el terreno interpretativo, la comicidad de ambos es indiscutible, si bien es cierto que no la veremos aplicada a un desarrollo de personajes concretos. Sketches en los que muestran sus tablas y despiertan las carcajadas más espontáneas. En el caso de Pérez, disfrutaremos de cómo se acerca a su celebrada y desternillante interpretación en “Pel davant i pel darrera” (“Noises Off”, 2011). Quizá no sorprenda tanto, pero, si todavía la recordamos, es muy buena señal de su vis cómica. Ríos no se queda atrás y de su trabajo conjunto depende el ritmo in crescendo de la función. Menos acertada la recreación filmada de Hitchcock, que en ningún momento nos convence, ni en su voz ni en su caracterización.

A nivel escenográfico, el trabajo de Eli Siles utiliza elementos de utilería para multiplicar la posibilidad de entradas y salidas y participar de la broma sin ocultar en ningún momento la pantalla cinematográfica. Quizá el equilibrio entre la parte filmada y la teatral podría haber sido algo más ambicioso a nivel de producción. Lo mismo sucede con los vídeos de las colaboraciones especiales. Aunque cierto que en el último tramo todo parece tomar sentido, durante el desarrollo del espectáculo la sensación de extrañeza ante lo que estamos viendo parece dominar el conjunto.

Finalmente, es de agradecer la intención de todos los implicados de ofrecer un espectáculo distinto y su aptitud para generar situaciones cómicas, así como su capacidad de reacción inmediata ante la respuesta del público. Con algunos ajustes y un envoltorio algo más elaborado, no nos cabe duda que en un futuro nos ofrecerán espectáculos tan amenos y entretenidos como adecuados al género o formato dentro del cual se quieren desenvolver.

Crítica realizada por Fernando Solla

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