novedades
 SEARCH   
 
 

18.11.2017 Críticas  
Singular lectura del erotismo de Sontag

La Sala Hiroshima acoge el estreno de Erotic Dance y presenta al australiano Luke George. La influencia del ideario de Susan Sontag está muy presente en un espectáculo cuyo origen y desarrollo toman sentido a partir de la interpretación ensayística con la que la norteamericana revolucionó la manera de aproximarse a cualquier disciplina artística.

Precisamente, en la cita que sirve de base preliminar para esta pieza, Sontag propuso que “necesitamos una erótica del arte”. Esto lo hizo en su ensayo “Contra la interpretación”. Quizá relacionaremos mejor lo que sucede ante nosotros si nos fijamos tanto en este título como en el enunciado completo, que dice: “En lugar de una hermenéutica, necesitamos una erótica del arte”. Como entonces, en Erotic Dance no valen interpretaciones canónicas ni postulados sentenciosos. Hay que jugar e indagar en cómo el artista se aproxima a su creación y la comparte con el público y en cómo el segundo percibe, intuye, participa, interactúa y comparte (o no) lo que sucede ante él.

Si lo que se busca es convertir la forma en objeto artístico, ¿qué es el cuerpo desnudo sino la configuración y diseño del artista convertida en pieza, propósito, objeto y objetivo de la representación? George no se quedará ahí e intentará dialogar físicamente con Nick Roux, artista también presente en escena y creador original e intérprete del espectro sonoro. No se trata de un diálogo explícito entre ambos pero sí entre sus disciplinas y entre los objetos que reproducen la resonancia, a veces sutil y a veces bullicio, del sonido. Con primacía de la expresión corporal y sonora, la verdadera coreografía se establecerá a partir de la interacción de George con los instrumentos o amplificadores, en definitiva herramientas, que articulan el soniquete.

La memoria física de George es admirable. El bailarín juega muy bien entre el ocultamiento y la mirada fija, prácticamente interpelación final, al público. Sin encadenarse en exceso, se convierte en abanderado del ideario de Sontag de un modo tan personal como moderado. Transmite una verdad, urgencia y necesidad que superan el extrañamiento con el que podemos topar durante el desarrollo de la propuesta. Lo mismo sucede con Roux que, sin mediar ni una palabra ni una mirada con su compañero, le aporta un espacio alegórico por el que transitar. La dramaturgia de Nicola Gunn, tan leve y sutil como el resto de participaciones, ha conseguido que el diálogo escénico e interdisciplinar se lleve a cabo.

En efecto, hay una vocación participativa de todos los colaboradores que han rodeado al australiano en esta propuesta. Tenue y prácticamente imperceptible el diseño de iluminación de Bosco Shaw, que mantendrá iluminado casi por igual el espacio escénico y el destinado al público. Las oscilaciones lumínicas enmarcarán brevemente aquellos momentos en los que el bailarín se manifieste más artística (que no físicamente) desnudo. El diseño de vestuario de Justin Kelly y el propio George apuesta por tonalidades entre verdosas y turquesas y por distintas texturas, con tres piezas principales para el protagonista: un lienzo o cubierta para el cuerpo, camiseta y vestido con caperuza. Distintas texturas y materiales que irán de lo opaco a lo traslúcido, algo que contrasta directamente con la desnudez del intérprete y con el juego entre mostrar y ocultar que prevalece en la propuesta.

Finalmente, y aunque Erotic Dance pueda desconcertarnos durante gran parte de su desarrollo, George consigue que nos planteamos constantemente y de principio a fin el porqué de sus decisiones aproximativas. Tanto hacia el contenido concreto como hacia la disciplina de la danza. Lo mismo sucede con el trabajo sonoro de su compañero Roux. Lejos de teorizar o formular premisas difícilmente asumibles (y como hacía Sontag), ambos deciden actuar. Mirando, finalmente, a los ojos del público y formulando antes posibilidades o nuevas preguntas que ofreciendo respuesta. El diálogo del cuestionamiento artístico expuesto de un modo particular y, a la vez, honesto.

Crítica realizada por Fernando Solla

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES