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13.10.2017 Críticas  
Un asombroso concierto dentro de un musical

El Guardaespaldas es la película de la década de los 90 que todos recordamos. La banda sonora más vendida del mundo, la encumbración de Whitney Houston al estrellato musical y la visión romántica de un trabajo en el que morir por el cliente. Ahora el musical llega al Teatro Coliseum de Madrid de una forma muy diferente a lo que conocíamos.

Todos recordamos la película, no solo porque la hayan repetido hasta la saciedad en TVE, sino porque esta se ha convertido en un clásico de nuestra infancia/adolescencia como puede ser Sister Act; y parece que Stage Entertainment ha sabido jugar con estas cartas de una forma muy especial.

El Guardaespaldas es un espectáculo que ha roto con la estética conocida del musical. Se aleja totalmente de lo que conocemos como musical en sí, ya que mezcla el género teatral con impresionantes actuaciones que podrían estar en cualquiera de los escenarios de las estrellas del pop actuales. Es decir, que El Guardaespaldas es un concierto en directo (fácilmente relacionable con Beyoncé o Jennifer Lopez; por ejemplo) hecho musical.

La historia en sí es sencilla. Un fan se enamorada de Rachel Marron, la gran diva de la música. La adora tanto que quiere que sea solo para él. Sus tretas llegan al nivel de colarse en el camerino de la cantante para robar sus posesiones y la acosa mediante emails que dejan claro que están destinados a estar juntos. Rachel no sabe nada de ello, pero su equipo de seguridad privado comienza a preocuparse hasta contactar con el mejor guardaespaldas del mundo, Frank Farmer, al que desean contratar para garantizar la seguridad de la estrella musical. Ambos empezaran con mal pie su relación profesional hasta que poco a poco su visión cambiará y empezarán a congeniar de una forma más íntima, haciendo que el “excesivo fan” pase de un amor platónico a una obsesión psicótica con la cantante. La vida de Rachel está en peligro y Frank no descansaría hasta salvarla.

El Guardaespaldas en sí tiene un trama romántica que engancha al público quien no puede dejar de observar lo que ocurre en el escenario y sentir una preocupación in crescendo por Rachel. Por otro lado, los números musicales, espectaculares donde los haya, quitan un poco de tensión al publico, quien vive con el corazón en un puño, sobretodo, durante la segunda parte del musical.

Aun tener una línea argumental muy simple, El Guardaespaldas se convierte en un espectáculo resolutivo. Los números musicales son dignos de cualquier concierto del estrellado pop; Rachel Marron es una estrella, una diosa como podría ser ahora Beyoncé o Lady Gaga. La resolución técnica es sorprendente, y la historia impacta en el espectador.

Por otro lado, algunos actings quedan cojos y algunos personajes demasiado caricaturizados, como es el caso de Frank Farmer, personaje regio y serio donde los haya, quien se convierte en un personaje demasiado “romántico” y cercano.

A destacar, las actuaciones infantiles (se nota que el genero musical ya empieza arraigar en los más pequeños desde hace unos años), el cuerpo de baile quien no falla ni una, la voz principal del musical (Fela Dominguez) quien clava en varios momentos un tono de voz muy parecido a Whitney Houston y la actuación del fan acosador, interpretado por Dani Tatay, quien nos mantiene en vilo cada vez que aparece en escena.

Pero si hemos de aplaudir algo del espectáculo es, sin duda, su realización y ejecución técnica. La magnífica iluminación, las pantallas verticales de led que nos sitúan en cada uno de los espacios de la historia, las plataformas móviles… Y no olvidemos peluquería, maquillaje y vestuario. Todo ello, hace que el espectáculo respire una precisión asombrosa. Un gran acierto que hace encumbrar El Guardaespaldas como uno de los espectáculos que hay que disfrutar esta temporada. No vas a poder cerrar la boca cada vez que Rachel Marron actúe en el Teatro Coliseum.

Crítica realizada por Norman Marsà

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