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01.06.2017 Críticas  
Livin’ una noche loca

Ricky Martin llegó el pasado martes al Palau Sant Jordi con un espectáculo impresionante que contó con extraordinarios juegos de iluminación, cinco pantallas de vídeo de alta definición y una moderna escenografía en sincronía con el aspecto visual y musical.

La primera pregunta que se me vino a la cabeza en cuanto lo vi en escena fue: “¿De verdad tiene 45 años? ¡Ricky Martin es realmente Benjamin Button!“ O al menos es incansable. Mantiene una energía magnéticamente magnífica con una voz en directo muy superior a mis expectativas. Se mantiene en constante movimiento y demuestra una gran experiencia y control de la voz en todo momento.

A Ricky lo acompaña una banda en directo, incluyendo una sección de viento, que añade valor a la puesta en escena con la cuidadosa coreografía de cada músico, y es que ¿quién dijo que los únicos que tenían coreografía eran los bailarines? Allí bailaban hasta los de seguridad. La coreografía fue vibrante más allá de su estándar de música pop, desde “Drop It On Me” hasta “Lola Lola”.

Ricky causó furor ante 12.000 personas, según la promotora. Aun así, la parte más dudosa del concierto quizás fue la primera, con mucho pop y canciones en inglés, pero en cuanto cambió el inglés por el castellano en la quinta canción, las gradas se alzaron y los ritmos latinos hicieron mover las caderas de todos y cada uno de los espectadores.
Ricky lanzó varios mensajes durante el espectáculo, pero el más especial fue el cálido, sentido y cariñoso discurso que tuvo para Venezuela.

El momento baladas empezó con “Disparo al corazón” al que le siguió “Tu recuerdo”, “Te extraño, te olvido, te amo” y “Vuelve” y cuando el público había ablandado sus corazones, volvió a ritmo de cumbia con “Adiós”.

El show además añadía a ocho bailarines que nos hacían pestañear dos veces, por sus movimientos y sobre todo por su porte. Ricky además presumió de tener un gran armario, y como si de mí se tratase antes de ir a una cena, salió a escena con por lo menos 5 modelos diferentes, que si entallado, que si holgado, de blanco, de traje, con falda… En definitiva, lució modelitos como para llenar una lavadora.

Ricky Martin es uno de esos artistas que no te defrauda, que da a su público exactamente lo que él quiere ver y la organización y el personal que le acompañó fue de 10. Si quieres vivir la vida loca, Ricky todavía estará unos días más en nuestro país continuando con su gira.

Crítica realizada por Milena Vázquez

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