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18.04.2017 Críticas  
Retrato de una nostalgia

Los lunes en el Teatro Lara ocurre magia. Un grupo de actores y músicos, impregnados de nobleza, ponen en pie una tierna historia escrita y dirigida por Secun de la Rosa. Hay tanta honestidad que es imposible no caer rendido ante la encantadora propuesta.

Secun de la Rosa consigue emocionar con sus relatos. Con “El Disco de Cristal” consiguió plateas emocionadas. Con este Mi Hermano es un Moderno nos lleva a un viaje al Madrid de los años setenta. Nos presenta unos jóvenes que descubrían el rock, el punk, Londres, las drogas. Un grupo de amigos que se conocen por casualidad que le cantaran a la vida y a la amistad, que se pondrán de pie ante la adversidad.

Hacer un musical en estos tiempos es una tarea de locos. Además hacerlo con música en directo y con ocho actores es casi demencial. Pero ahí están este grupo de gente que pone en pie una de las mejores propuestas musicales de la temporada. Sin pretensiones, sin grandes carteles ni grandes campañas publicitarias. Poniendo cada uno de su arte y su hacer, construyendo el musical representación a representación.

La historia es conocida pero no por eso menos emotiva. El protagonista es Perico, aficionado a la fotografía y admirador de Santi, su hermano mayor y líder de una banda. Perico vivirá de primera mano el éxito y los sinsabores de la vida. Comedia y drama se unen. Canciones originales escritas por el mismo Secun y arregladas por Pablo Méndez servirán para ir dando los toques emotivos. Se agradece que no sea un musical jukebox, se agradece que las canciones sean nuevas, se agradece que los actores las vivan, que no estén preocupados de impostar la voz. Estamos en los setenta, y en esos años no se cantaba bonito, se cantaba arrastrado y con rabia. Así lo cantan ellos.

Xavi Melero se sale en su papel de Perico, Jorge Monje está perfecto como Santi Presencia. Tania García tiene un momento estelar interpretando la única canción conocida de todo el repertorio del musical, y eriza el vello a la platea. Ana Hurtado lo borda. Sara Vega es una maravillosa yonqui. Fernando Ramallo construye un nazi de libro. Cristina Rueda derrocha energía y Edu de Tena emociona en muchos momentos.

Este musical no es un musical bonito. Es un musical honesto. No juega a buscar el aplauso por lo bonito que han cantado. Busca contar una historia muy eléctrica, además lo hace con un ritmo veloz que consigue que la hora y media pase en un momento. El ritmo no decae en ningún instante y se agradece.

Una propuesta así no debe morir en una semana que le queda. Ojalá encuentren la financiación necesaria para tener un teatro que les programe con continuidad y con todo el bombo que se merecen. Aquí mi aportación, totalmente desinteresada, solo con la intención de dar a conocer algo muy bonito que ocurre los lunes en el Lara. Mi Hermano es un Moderno merece una larga vida.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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