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16.01.2017 Críticas  
El pasar del tiempo

OUR TOWN (nuestro pueblo) tiene el honor de ser la obra más representada en Estados Unidos. Lo que la convierte en un clásico. Desde su estreno en 1938 el pueblo llamado Grover’s corner ha retratado la cotidianeidad y el paso de la vida. La vida en escena está en el Fernán Gómez.

El autor del texto, Thornton Wilder, escribió sobre su obra que era “un intento de encontrar un valor por encima de todo premio para los acontecimientos más pequeños de la vida”. Una vez vista y reflexionada desde la distancia, he de reconocer que el texto es interesante. Que quizás el paso del tiempo no le ha sentado muy bien a la intención de toda la historia. Allá a finales de los años 30 debió ser todo un bombazo presentar la historia de este pueblo. Y digo historia, por definirlo de alguna manera. OUR TOWN es un retrato del día a día, del pasar de los años, del amor de unos jóvenes, de los esfuerzos de sus padres, de la vida al fin y al cabo.

La obra se divide en tres actos, presentados sin intermedio, pero introducidos cada uno por uno de los personajes. Andrés Acevedo hace entre otros personajes, el de narrador. El resto del elenco, interpreta a los vecinos de Grover’s corner. Una escenografía basada en cajones que se transforman en mesas de comedor, bancos de iglesia, o las habitaciones de los jóvenes enamorados. Todo el elenco está visible todo el tiempo.

Como decía, el texto quizá acusa cierto aire añejo. La (no) historia no termina de despertar el interés. El hilo que nos interesa es el de los jóvenes enamorados, su amor inicial, sus dudas, los preparativos de la boda. Pero algo pesa en el montaje. El amplio elenco no consigue despegar. Las constantes acciones cotidianas que tienen que hacer (poner la mesa, cocinar, dar de comer a las gallinas, llevar a la vaca al establo) todas esas acciones se ejecutan con unos gestos que distraen. No están trabajados como debieran. Llegándome a preguntar si en realidad son necesarios. A mí me parecieron un ruido silencioso que emborronaba muchas escenas. Las licencias modernas introducidas, (ese Paquito chocolatero en la boda) consiguen alejarnos aún más de la propuesta.

El tercer acto, sorprendentemente dispone de decorado y vestuario de época. Decisión extraña pero acertada. Parece que finalmente ahí los actores encuentran su época. Las reflexiones del tercer acto, en el cementerio, tienen algo de más poso. Esa conversación entre los muertos, mientras contemplan el funeral de uno de los personajes, (no voy a desvelar quien) y la posterior conversación con este, son la clave y moraleja de esta historia de la vida y su pasar. Un recordatorio de que al final, lo que nos debe quedar son esos pequeños momentos que pasamos por alto. Esos son los que conforman la belleza de esto que nos empeñamos en llamar vida.

OUR TOWN tiene el interés de conocer uno de los clásicos del teatro americano del Siglo XX, le pesa el tiempo y que la propuesta peque de ser demasiado vista. Un teatro demasiado visto y que se queda en la intención de sorprender sin llegar a conseguirlo del todo.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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