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16.12.2016 Críticas  
Insólito y singular espectáculo dibujado

La Seca acoge un espectáculo que bajo su apariencia multidisciplinar se acaba convirtiendo en un género en sí mismo. Palabra, dibujo y música se fusionan para revolucionar y reivindicar una estructura totalmente flexible en el hilo invisible que unifica a los integrantes involucrados en la emisión y recepción de un mensaje teatral, especialmente el código y el canal.

La función se presenta como si de una sesión de pitching se tratase. Los espectadores seremos los hipotéticos productores a los que se nos presentará un proyecto de película cinematográfica. Nosotros deberemos decidir si invertimos nuestro capital en su posterior producción o no. Esta premisa sirve con funcionalidad y espontaneidad para romper desde un principio la cuarta pared e incluir al público, que desde el primer momento participará activamente de la propuesta. Lo más interesante de este apartado es que en ningún momento se intenta debatir (ni siquiera integrar) el lenguaje cinematográfico en el teatral, sino al contrario. La validez dramatúrgica del conjunto se impondrá progresivamente durante la ejecución del espectáculo.

Explicar cualquier detalle sería estropear la calidad de la experiencia que supone la asistencia a QUAN ARRIBI LA TARDOR. Valga pues decir que durante la función se consigue hermanar de alguna manera a las artes plásticas con el deporte. Una historia de superación personal que multiplicará su naturaleza emotiva a través de una escenografía que se construye en nuestra imaginación a través de los dibujos realizados en vivo y en tiempo real por Toni Galmés. En este apartado, la habilidad retórica de sus dibujos es francamente inaudita, así como su dominio de todo tipo de materiales, en especial de la pintura al agua. Su compenetración con Jaume Viñas (la palabra) es permanente durante todo el espectáculo. El segundo mantiene un interesante pulso consigo mismo, ya que es el encargado de dirigirse al público a la vez que cuenta la historia de todos los personajes. Gran trabajo rebosante de energía. El de ambos y también el de Gerard Bosch, que compone la banda sonora en directo. Los tres saben cuándo mantenerse en segundo término y ceder el protagonista a las disciplinas que ejecutan. Todo muy equilibrado y adecuado a la naturaleza de la propuesta que se traen entre manos.

La dirección de Ferran Audí sabe cómo ejecutar el guión escrito por David Bo de manera que los tres intérpretes solapen sus disciplinas narrativas y ejecuten su labor en perfecta harmonía, siempre a favor de la historia que se quiere contar. La inclusión del público en la reflexión en paralelo que se hace sobre el tratamiento y la capacidad narrativa y comunicativa de la imagen, incluye también la fotografía, revelada (a modo de polariod) ante el público en un alegórico momento. El dibujo, el revelado, la imagen real, la imaginada pero firmemente fijada en el subconsciente… Emoción e ilusión máximas, tanto en la recepción como en la ejecución de la pieza, detalles que convierten la visita en obligatoria.

Finalmente, el éxito de QUAN ARRIBI LA TARDOR radica en la consumación de todos sus propósitos. El qué y el cómo invirtiendo sus roles. El formato se convertirá en protagonista y el contenido o argumento en el continente de la expresividad y plasticidad de la propuesta. Pocas oportunidades como esta se prodigan en nuestra cartelera. Una suerte de giro lingüístico y expresivo que canaliza a través de la manera de contar el relato una verdadera revolución narrativa en el terreno de las artes escénicas.

Crítica realizada por Fernando Solla

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