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22.09.2016 Críticas  
Entre sofocos y sonrojos

El cambio hormonal que irremediablemente llega a toda mujer, y que provoca en ellas una serie de inseguridades, de cambios de humor, de sofocos repentinos. Todo eso se remezcla en clave cómica y musical en este show que aterriza en el Arlequín.

Este espectáculo importado del off Broadway, y que tiene show fijo en Las Vegas llega a Madrid con un elenco de nombres conocidos, arma infalible – aunque no siempre garante de calidad- para atraer al gran público. Las menopaúsicas, (y que quede claro que no hay nada despectivo en ese adjetivo) son: Charo Reina, Belinda Washington, Edith Salazar y Marta Valverde. Las cuatro dan vida durante poco más de hora y media a cuatro mujeres totalmente distintas entre sí, que se encuentran de casualidad en unos conocidos grandes almacenes de sobra conocidos, y, que en la disputa de una pieza de lencería rebajada, forjaran una serie de situaciones en cada una de las plantas de esos almacenes. Siendo los baños y las urgentes ansias de miccionar punto de partida de muchas de esas escenas.

Cada una de esas escenas se adornará con una o más canciones de sobra conocidas y con letras adaptadas a la multitud de sensaciones que recorren los cuerpos de las protagonistas. La historia es lo de menos, pues apenas se intuye. La selección de canciones es otra cosa. Se han conservado algunas del espectáculo original y se han tomado prestados algunos clásicos del pop español. Edith Salazar es la encargada de dar voz a la mayor parte de las canciones, Charo Reina da rienda suelta a su arte para la comedia. Belinda y Marta tienen sus momentitos.

El show es lo que es, no esconde nada. Como mucho una moraleja reivindicativa del cambio hormonal al que toda mujer tiene que enfrentarse llegada a cierta edad. Un decorado sencillo y música enlatada. El show pretende divertir, arrancar la carcajada, contagiar el buenrollismo. Todo eso que un espectáculo de estas características pretende. Yo pasé algún sofoco, pero el público entregado del estreno disfrutó de lo lindo. Las armas a favor las usan bien cuando no pretenden ni mucho menos ser un musical serio. En los momentos que quieren ponerse trascendentales el sonrojo se apodera del respetable.

Cuatro actrices defendiendo un show difícil, al que le pesa mucho la coletilla de “el musical de Broadway”. A veces menos es más, y aquí sin el peso de eso que se llama musical, y de Broadway a lo mejor el sofoco sería menos sonrojo.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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