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11.05.2022 Críticas  
Company: un montaje real y sincero

Tras el éxito cosechado en el Teatro Soho CaixaBank de Málaga, Antonio Banderas presenta Company en el Teatre Apolo de Barcelona. El musical, dirigido por el mismo actor malagueño, está capitaneado por Roger Berruezo en el papel de Bobby, y cuenta con un elenco lleno de primeras figuras de la escena musical española que nos hace romper a aplaudir en los saludos finales.

El montaje que nos presenta Antonio Banderas es sencillamente soberbio. Con una atmósfera cinematográfica sobre las tablas de un escenario, el director nos presenta un musical real y sincero que nos deja sobradamente satisfechos. Una dirección exquisita, milimétrica, llena veracidad y realismo que hace que olvidemos que estamos viendo un musical. El trabajo de dirección actoral que se ha realizado ha sido tan cuidado que Company se nos presenta sin la característica pomposidad del género para atraernos a una historia cuyo avance es natural y entendible.

La trama que, en esta versión, se argumenta a modo de flashback, nos presenta a un Bobby reflexivo, solo, sentado en el sofá de su casa de Nueva York en vísperas de su cumpleaños. Bobby repasará su vida comparándola con lo que conoce, sus amigos, mientras piensa si ser el soltero de oro es lo que quiere. Bobby, que se conoce perfectamente (aunque lo niegue), sabe que no tiene lo que le gustaría pero su miedo al compromiso y al fracaso lo bloquea. Sus amigos, todos, están casados o en pareja. Algunos más felices que otros pero, lo que sí parece es que están vivos, que sienten, que disfrutan y sufren; algo que parece que él no ha sentido nunca.

Para encarar el papel de Bobby, Antonio Banderas ha escogido a Roger Berruezo. El actor nos presenta a un Bobby que destila carisma, seguro de sí mismo, que juega en la liga de los 35 y que como gran pica-flor busca y busca pero, al parecer, evita encontrar. Berruezo está inconmesurable en el papel. Desde su inicio de dandy conquistador hasta el final de la función en la que roto por dentro desea tener compañía y sentirse vivo, Berruezo nos muestra una evolución del personaje magnífica. Vemos el personaje vividor, el dubitativo, el culpable, el Bobby roto por dentro… Un sinfín de muestras que hace que comprendamos la psique del personaje y que, en ocasiones, entendamos su situación. Bobby es todo fachada. Bobby esconde sus sentimientos y, Berruezo nos lo sirve en bandeja y sin filtros.

Junto a él, encontramos a un elenco que irradia frescura y emoción en cada una de las actuaciones en los que los disfrutamos en escena.

Albert Bolea y Silvia Luchetti son la pareja perfecta, Peter y Susan. Se llevan bien, son felices, tienen todo lo que podrían desear. Pero en el paraíso siempre hay cosas imperfectas. Aunque la imperfección no está en su actuación que es sencillamente encantadora. Como si de una pareja de las series de los años 50 se tratara, Peter y Susan nos sorprenderán más de lo que esperamos. Los intérpretes irradian una química maravillosa en escena que traspasa al público. Es como si los conociésemos de toda la vida.

Dulcinea Juárez y Carlos Seguí son Sarah y Harry, la pareja competitiva. Es la primera pareja que conocemos y, por dios, vaya pareja. Dulcinea nos presenta una Sarah que transita entre el cansancio que le tiene a su marido y la competición de ganarle en todo. No le deja pasar ni una. Por su parte, Carlos nos presenta a un Harry bonachón que haría todo por su esposa; incluso darle la razón cuando no la tiene si así ella es feliz (aunque poniéndoselo algo difícil; para que nos vamos a engañar). La competición está servida y la escena en la que los conocemos es, como mínimo, jocosa.

Julia Möller y Rubén Yuste nos presentan a Jenny y David; una pareja que aun no sabemos cómo acabaron juntos. David es el típico hippie/chulo reformado de la época que, tras conocer a una Sandy de manual (aka Jenny), se juntan y se casan. Möller nos presenta a una Jenny perfecta. Impecable en el vestir, en el peinado, en el hablar… En su vida, la palabra imperfección no existe. Por su parte, David no tiene tal control, él es más de dejarse llevar y disfrutar. Sobretodo de disfrutar. Ambos intérpretes están excelsos en su intervención. Desde el inicio de la escena hasta el final de la misma, Rubén y Julia nos servirán una creación y transición de sus personajes soberbia.

Marta Ribera y Paco Morales nos presentan a Joanne y Larry. Ella es una persona autodestructiva que no acaba de encontrar su sitio en la vida. Él un hombre amable y compasivo que la ama con locura y que le aguanta todo. La interpretación de ambos es impactante. Ribera, como bestia escénica que es, nos sirve en copa de cóctel una Joanne destrozada, dubitativa, arrogante, despiadada… Una señora rica que parece que solo se preocupa de si misma y de su «posible» felicidad. Por su parte, Morales nos acerca un Larry fuerte, decidido, seguro de si mismo… Y tiene que serlo para soportar lo que Joanne le inflige diariamente. Ellos interpretan a la pareja que más tiempo lleva junta, la que más se conoce, la que más se comprende y se soporta.

Por último, Anna Moliner y Robert González nos presentan a la pareja más novata de todas: Amy y Paul. Robert nos muestra a un Paul seguro de sí mismo. Quiere a Amy y, por ello, ha decidido casarse con ella. Un hombre que sabe lo que quiere en la vida. Por su parte, Anna nos ofrece uno de los mejores personajes de la función. Amy es una novia dubitativa que no tiene nada claro si ama a su novio como para casarse con él. Para que la entendamos y conozcamos todas sus innumerables razones, Anna nos deleitará con una de las mejores canciones e interpretaciones del musical. Ella, histriónica y loca de amor, como una furia imparable, se desbocará en escena para que lloremos de risa mientras disfrutamos de un fraseo intachable y una dicción perfecta. Atentos, porque ella hace fácil lo que parece imposible. ¡Brava!

Junto a dichas parejas, encontraremos a tres pretendientas de Bobby: Abril, Kathy y Marta; interpretadas respectivamente por María Adamuz, Lorena Calero y Lydia Fairén. Cada una de ellas, con una personalidad muy dispar, nos demostraran lo perdido que está Bobby tratando de encontrar a alguien afín en su vida.

María Adamuz nos interpreta a una Abril divertidísima. Ideada como una Barbie de mentalidad cortita (tal como su personaje indica), nos da momentos maravillosos con su imponente interpretación personal del texto y el personaje.
Lorena Calero como Kathy nos presenta al personaje más centrado de la función. Una persona que se ha cansado de batallar en la ciudad de Nueva York y que ya ha descubierto lo que quiere en la vida. Un personaje sensible que parece haber pasado por mucho.
Por último, Lydia Fairén nos presenta a una entusiasta e incombustible Marta. Pizpireta, fuerte, enamorada de la vida y segura de si misma. Lydia nos trae un personaje memorable que rompe vocalmente con la canción que interpreta elevándola a otro nivel.
Estas tres actrices, a su vez, encajan a la perfección en temas corales en los que nos recuerdan a unas jóvenes Supremes. Las armonías que escuchamos son tan deliciosas que nos erizan la piel y el baile que Bobby imagina de las tres, de los pocos que encontramos en la obra, tiene un nivel coreográfico que hace que rompamos a aplaudir.

No querría dejar la crítica sin nombrar al equipo de 14 músicos que, bajo la batuta de Arturo Díez-Boscovich, nos sirven esta maravillosa partitura creada por Stephen Sondheim. Un lujo disfrutarles en los laterales de la escena y durante sus constantes apariciones en las escaleras de emergencia de los edificios.

Por último, alabar el asombroso trabajo escenográfico creado por Alejandro Andújar. Desde los edificios Newyorkinos, al skyline que siempre está presente y cambiante, pasando por el cielo estrellado y el maravilloso escenario creado para la ocasión (el cual, tenía dudas de si se incluiría o no en la versión gira); Andújar ha creado una maravilla visual. Una escenografía acorde al producto teatral que Banderas ha ideado al milímetro y que nos ofrece cada noche en el Teatre Apolo de Barcelona.

La versión de Company que podemos ver en Barcelona es, sinceramente, una producto teatral memorable al nivel de Broadway. ¡Bravo!

Crítica realizada por Norman Marsà

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