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16.01.2019 Críticas  
Para qué sirve la ética

El pasado 8 de enero se estrenó La Culpa en el Teatro Bellas Artes de Madrid, una obra del prestigioso dramaturgo David Mamet que no deja indiferente a nadie y que cuenta con un reparto de lujo.

La Culpa, en versión de Bernabé Rico, llega a Madrid hasta el 24 de marzo de la mano de Juan Carlos Rubio y eso es toda una garantía. No es la primera vez que veo una obra del dramaturgo estadounidense que Rubio pone en escena y siempre me ha parecido un trabajo estupendamente realizado.

Sin duda, esta es otra maravilla de David Mamet, un particular relato que nos hace reflexionar sobre hasta qué punto nuestra vida puede verse sacudida por los medios de comunicación.

Un psiquiatra es requerido a declarar a favor de un paciente que ha cometido una masacre; cuando se niega a hacerlo su carrera y sus creencias son cuestionadas y toda su vida será fuertemente azotada por el espectáculo mediático. Un argumento con mucha fuerza que nos invita a reflexionar sobre si los medios de comunicación nos informan verazmente o, por el contrario, se dedican a extender por todas partes la humillación.

Giros argumentales y juegos de diálogos que llevan a cabo de manera extraordinaria los cuatro intérpretes: Pepón Nieto, Ana Fernández, Magüi Mira y Miguel Hermoso. No todos tienen el mismo peso en este espectáculo pero sí el mismo talento. Con este reparto y un maravilloso trabajo actoral no es fácil destacar a alguno de ellos pero me quedo con Pepón Nieto y Ana Fernández: ambos se mueven sobre el escenario con una seguridad admirable, trabajan muy bien sus gestos y movimientos… Merece la pena hacer énfasis en ambas actuaciones puesto que sus respectivos personajes pasan por distintas fases y emociones pero ambos ponen su saber hacer al servicio de los protagonistas de La Culpa.

La sobria puesta en escena resulta suficiente y eficaz y también requiere una mención especial. Curt Allen Wilmer utiliza una cortina blanca para atraparnos en los asfixiantes pensamientos del protagonista y una angustiosa biblioteca llena de saber pero carente de verdad. Todo muy bien acompañado por la iluminación, a manos de José Manuel Guerra, que logra dar más énfasis a lo que sucede sobre las tablas.

No es un montaje fácil de ver pero precisamente por eso merece la pena disfrutar de sus ágiles e ingeniosos diálogos y entregarse a un texto admirablemente interpretado que nos hace reflexionar de principio a fin. ¡Por muchos más éxitos de Mamet en España!

Crítica realizada por Patricia Moreno

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