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07.11.2016 Críticas  
Las divertidas trifulcas del amor

Se renuevan algunas caras de esta comedia romántica. Pasan del Lara al Fígaro estas parejas que juegan a enamorarse y a desenamorarse. Una comedia fresca, alocada, con su punto sensiblero. Deja sonrisa y aire amable.

TODO ES MENTIRA es el paso a las tablas de la película de Álvaro Fernández-Armero, estrenada en 1994, con Coque Malla, Penélope Cruz y Jordi Molla entre otros. Quino Falero se ha hecho con la dirección. Quino tiene un sello personal para la comedia, las lleva de manera elegante y sin sobresaltos desmedidos, por lo menos en las que yo he podido disfrutar. La escenografía juega con unas efectivas proyecciones que le dan a la obra una calidad envidiable. Unos personajes sencillos y muy cercanos. Unas historias que se entrelazan y enredan.

Esta obra ya está muy rodada, en esta reposición en el Fígaro hay algunas caras nuevas en el elenco. Se ha incorporado Olivia Molina en el papel de Lucía, uno de los papeles principales, Silvia Maya, Víctor Elías y Rosalinda Galán. Esta es una obra coral, a pesar de que los personajes de Pablo y Lucía sean el eje que une a las demás parejas, y que nos servirá para ir viendo un abanico de situaciones entre tópicas y típicas, algunas más divertidas, otras menos.

El montaje juega con el espectador, con idas y venidas en el tiempo, la cuarta pared no existe aquí, la interacción con el espectador es continua. Se juega con la jerga teatral, los actores salen y entran de la historia con agilidad. Esa frescura y originalidad son la que otorga a este TODO ES MENTIRA el punto diferenciador que se agradece en una cartelera que a veces se repite en sus propuestas.

Tamar Novas es Pablo, joven entre fracasado y bohemio. Su querido amigo Claudio junto a su novia le prepara una cita para que conozca a Lucia. La química es instantánea. El flechazo casi sin aviso. Sin pensarlo se irán a vivir juntos y ahí es donde descubrirán que el flechazo era en realidad un dardo envenenado.

Veremos el avance de esa relación, las irritantes costumbres de Lucia provocarán desencuentros, situaciones divertidas para el espectador, pero que erosionarán esa relación nacida de un bonito encuentro. Las otras parejas, que tampoco son totalmente felices en sus relaciones nos aportarán dosis de risas y complicidad. La aparición de una chica diferente en el universo de Pablo acabará por desencadenar el final.

TODO ES MENTIRA es agradable, es cómica, es tierna, desenfadada y fresca, muy fresca. La sonrisa que no llega a carcajada acaba tatuada en el rostro del espectador. El final, edulcorado hasta la saciedad, hace las delicias de todos los que creemos en el amor de color rosa. El amor no será siempre una verdad absoluta. Bendita mentira es esa.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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