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19.01.2024 Críticas  
Sailor Moon en Caracas

El anime de chicas mágicas, los tres tesoros sagrados de Japón y los videojuegos RPG de fantasía heróica chocan contra la impasibilidad de nuestro mundo real, doloroso y festivo, en lo nuevo de la compañía La Salamandra en El Tantarantana de Barcelona, Isekai: història d’un segrest. ¿Es posible conseguir una vida extra cuando se te han cerrado todas las puertas?

Loredana Volpe, dramaturga venezolana afincada en Barcelona, vuelve a escribir y dirigir una obra de teatro fantástico que va en paralelo a la realidad. Si en La habitación cerrada su punto de partida era el fantástico de terror, afín a Poe y los herederos de Lovecraft, en esta ocasión se trata de la fantasía épica filtrada a través de los mundos virtuales. Tolkien y Pokemon, Sailor Moon, Zelda y Soul Calibur se dan la mano para acompañar y vehicular otras historias más reales, de violencia, soledad, tragedia y heroismo.

Del fantástico se ha dicho muchas veces, despectivamente, que es «escapista». Isekai: història d’un segrest no solo no ignora esa definición, sino que lo abraza para explorarlo de diferentes puntos de vista. El fantástico como escape de una realidad dolorosa, como vía a otras maneras de entender el mundo e incluso como escape literal. Porque el mundo a veces tiene tan poco sentido que hacen falta historias de ficción para ponerlo en orden.

Vanessa Castro es Olivia, una hikikomori que prácticamente no sale de su habitación oscura, volcada en un videojuego virtual, desde ciertos terribles acontecimientos. Cuando lo haga, para asistir a la boda de sus amigos (Marc Pujol y Chap Rodríguez Rosell), volverá a golpear la tragedia, pero entonces, algo increíble le dará una ténue pero posible segunda oportunidad… Los actores interpretan a diferentes personajes en el mundo real y virtual, un trabajo de composición difícil pero muy bien diferenciado en cada una de sus fases, ayudados por el magnífico vestuario diseñado por la propia Volpe. Hay villanos deleznables, héroes trágicos, magos atribulados y heroinas divididas entre dos almas. Siendo el trabajo de los tres actores destacadísimo, el que lleva a cabo Vanessa Castro es quizás el más complejo, por la cantidad de emociones, gestualidad precisa e incluso idiomas que tiene que manejar.

La compañía La Salamandra se arropa de un decorado digital para ir explorando los lugares comunes de los rpg épicos de hoy, que no son más que una recodificación de las historias legendarias de antaño. Así, entre los píxeles, amnesias, combates, barras de vida y subidas de nivel habituales se esconden los tres tesoros sagrados de Japón o la excepcional Emperatriz Jingu, madrina de todas las mujeres samurai de la historia. En un segundo nivel a la historia fantástica discurre una vía místico-interpretativa en la que asoman Jung, Nietzsche o Ursula K. LeGuin, ofreciendo vínculos con eternos retornos, inconscientes colectivos, transmigraciones y estados de conciencia alterados. Lo literal puede tener un significado trascendental. Y en tercer lugar está la historia del mundo real, que en el teatro no es sino un mundo más. Un mundo que nos es muy cotidiano, incluso cuando nos presenta momentos excepcionales de violencia y trauma. En ciertos sentidos, una sombra macbethiana, una historia llena de ruido y furia, que no significa nada mientras la cuente un necion pero a la que es posible, si los hados se prestan, dar sentido.

Quizás la pantalla envolvente no ofrece tanto como podría (la mayor parte del tiempo con la central el espectáculo sería igual), aunque los diseños permiten pequeños guiños a la historia de los videojuegos, con perspectivas, mapas, tipografías y pixel art que remiten a decenas de títulos. Jimena Tormo, la especialista en experiencias inmersivas, Xavier Teixidó, director de combate escénico y la propia Volpe colaboran para trasladarnos al otro lado de la pantalla, mientras que la música de Álvar Llusá-Damiani, el sonido de Jonatan Bernabeu y la iluminación de Quim Algora componen lugares de maneras más tradiciones, pero igualmente efectivas.

Dicen que el teatro empezó en Egipto hace más de 4000 años, con representaciones de los mitos de Ra y Osiris. La muerte y la resurrección, los ciclos épicos y los viajes a otras dimensiones han estado presentes en escena desde el inicio mismo del drama. ¿No son, a fin de cuentas, incluso los tradicionales Pastorets una suerte de isekai, con su viaje al otro mundo infernal? Loredana Volpe y La Salamandra nos recuerdan que las pátinas pop no obligan necesariamente a la parodia, que se puede hacer fantástico creyendo en la utilidad del fantástico, y que incluso de la oscuridad más profunda se puede renacer. Aunque haga falta una ayudita de la canción del tiempo… ➡️🅰️⬇️➡️🅰️⬇️

Crónica realizada por Marcos Muñoz

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