En 2013 Ivan Benet estrenó Informe per a una Acadèmia, monólogo que le consiguió el Premio de la Crítica a la mejor interpretación. En tiempos de pandemia, la programación digital del Temporada Alta resucita de nuevo el texto de Franz Kafka con dos funciones por zoom.
Siendo que la primera vez no tuve ocasión de verlo, es un inmenso placer para mí poder disfrutar de este trabajo al menos a través de la pantalla de mi ordenador. Ni qué decir que me encantaría haberlo visto en la sala de un teatro. Pero los tiempos cambian, y ver a Benet ya sea sobre las tablas en un escenario o en el comedor de su casa es siempre un lujo que uno no se debe de perder.
Las capas del texto de Kafka son múltiples, siempre analizando los recovecos del existencialismo que predominaba su forma de pensar. En Informe per a una Acadèmia, un simio ha sido capturado en su lugar de origen y trasladado en un barco donde pasará todo el tiempo en una jaula. La única forma de conseguir una salida es adaptarse al medio y parecerse al ser humano teniendo siempre presente que eso jamás constituirá la libertad. Esa fue erradicada el día que recibió dos tiros, uno en la cara y otro en la pierna, y con los que su vida ya nunca volverá a ser igual.
Esa es una de las premisas con las que construía Kafka un relato inspirado en la vida de los judíos en Alemania durante el régimen nazi que puede hacerse extensivo hasta nuestros días a todas las personas que se les obliga a adaptarse al medio para encajar, a fuerza de abandonar su propia libertad. El dilema que se plantea es si esa salida vale la pena el esfuerzo, hasta dónde uno tiene que adaptarse para encajar, qué consecuencias uno debe aceptar al hacerlo.
Benet vuelve a realizar una interpretación impecable, dentro de un registro completamente diferente a nada de lo que haya visto de él. Para hacer justicia, hay que decir que Benet no ha estado nunca encasillado y es capaz de interiorizar cualquier tipo de personaje que se le ofrezca. En esta ocasión, sin embargo, el reto es importante, pues Peter el Roig es un ser que baila entre humano y simiesco mientras presenta el informe de su transformación. A esto se le suma las dificultades de realizar el trabajo encerrado en casa, donde el actor se encarga no solo del texto sino también de la escenografía, el sonido y la iluminación. No tengo dudas de que Benet se merece un excelente por su capacidad de conseguir dibujar, sin excesivo artificio, el híbrido entre hombre y mono de una forma tan natural. Sin contar que escuchar recitar a Benet es siempre hipnótico y que los que le seguimos desde hace un tiempo sabemos que cualquier montaje en el que él aparezca es una apuesta siempre segura.
Las reflexiones profundas de Kafka en boca de Benet a través de Zoom es del poco teatro del que puedo estar disfrutando estos días, así que permitidme darles GRACIAS a ambos, así como al Temporada Alta, por hacer posible en estos tiempos convulsos que sigamos disfrutando de algo tan esencial para el espíritu como es la cultura. Ivan, nos vemos en el Lliure.
Crítica realizada por Diana Limones