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19.06.2019 Críticas  
¡Esto es Shakespeare!

La compañía Ultramarinos de Lucas representa Romeo & Juliet en la Sala Cuarta Pared de Madrid. Jorge Padín es el narrador y el resto de personajes en este maravilloso montaje unipersonal basado en la obra de Shakespeare y dirigido por Juan Berzal, que termina por convertirse en todo un homenaje al autor inglés, a la poesía, a la imaginación y al teatro.

Un narrador con los ojos vendados entra a escena y, tras recitar los primeros versos de la tragedia en inglés, se decide a quitarse la venda y a hablarnos a nosotros, al público. Le escuchamos hablar de la importancia de la poesía, del sonido de los versos, especialmente en el idioma en que fueron escritos originalmente; de hecho, alternará versos en inglés y español durante el transcurso de la obra.

Este discurso inicial, que sienta las bases y recorrido de la representación, enfatiza el aspecto sonoro y la representación teatral frente a la lectura de la obra. En este sentido, destaca la escena de amor entre Romeo y Julieta que, según Padín, no está escrita, pero sí que podemos imaginar. Los amantes son sus manos, que moverá al ritmo de la música, bajo una iluminación cambiante y sugerente, en un perfecto ejercicio de coordinación.

La escenografía de Juam Monedero, sobria y eficaz, consta de una mesa y una alfombra en el centro y dos biombos a ambos lados del escenario. Detrás de estos biombos, Padín encontrará el atrezo necesario para continuar con la representación y también con las vestimentas, o más bien mangas, que identificarán a cada uno de los personajes. El vestuario es, además, uno de los puntos fuertes y más originales del espectáculo, ya que potencia el juego y la expresión corporal del actor. Y es que Padín es capaz de reproducir el diálogo entre dos personajes portando una manga diferente en cada brazo, esto es, un personaje en cada brazo.

También hay cabida para el humor en este montaje, como sucede en el momento en que el intérprete interrumpe la representación de una escena para decirnos que los amantes se casan al día siguiente de conocerse: “¡Esto es Shakespeare!”, exclama. Por otro lado, el tono didáctico predomina durante la primera parte del espectáculo, especialmente cuando el actor nos explica los juegos de palabras del dramaturgo inglés, que entretenía a todos los públicos por hacer uso del chiste verde. Todo ello acompañado de su cuerpo y de la correspondiente traducción al español.

No hay un segundo de aburrimiento en este montaje, tan fiel a la obra original. Padín se deja la piel en el escenario saltando, riendo, cantando, bailando, en la actitud de todos y cada uno de los personajes y de un narrador muy guasón, entre pétalos de rosa, espadas y telas. Romeo & Juliet es una apuesta por el teatro sin artificios, el teatro prácticamente juglaresco, que recupera los momentos más conocidos y parodiados de la obra de Shakespeare y aporta una dimensión conmovedora, casi sagrada, al encuentro entre los amantes. Tremendo trabajo.

Crítica realizada por Susana Inés Pérez

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