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29.06.2016 Críticas  
Amalgama de mujeres sorprendentes

La inclasificable y fantástica actriz Antonia San Juan, brinda un espectáculo sólido, duro, políticamente incorrecto, divertido, mordaz y autentico. Encarnando a distintas mujeres, en una sucesión de monólogos que no dejan de sorprender en ningún momento.

Llega al Teatro Nuevo Apolo de Madrid el último espectáculo de esta conocida actriz. Imposible no quitarse de la cabeza su mediático papel de Stela Reynolds en televisión, o uno de los monólogos y personajes más carismáticos del cine español de las últimas décadas; la Agrado de “Todo Sobre mi Madre”. Precisamente ese monologo es el que arranca el espectáculo. Juega ahí Antonia su mejor carta, pues delante del telón y caracterizada como en la conocida película de Almodóvar, recrea esa escena que muchos tenemos grabada en nuestra retina cinematográfica. Imposible no emocionarse y vibrar, poder ver en vivo esa escena ya merece en si el entero espectáculo.

Se transforma Antonia a lo largo de los más de noventa minutos que dura el show en distintas mujeres, de todo tipo y catadura. Vamos desde la conocida Agrado a una cuñada aborrecible y deslenguada, enganchada al Sálvame, a una camarera con una memoria insaciable, a una modelo en sus horas bajas, intentando relanzar su carrera con alguna dudosa acción humanitaria, a una prostituta que alimenta a la familia que una vez la repudió, a incluso a la hermana gemela de la misma Antonia.

Cada personaje tiene un tono distinto, desde el más deslenguado al más contenido. Incluso dentro del mismo personaje pasamos de la risa al llanto en cuestión de segundos. Evidentemente con algunas de esas mujeres empatizamos más que con otras, lo que es innegable es que ninguna de las mujeres que desfilan en el escenario nos va a dejar indiferentes. Las odiaremos o las amaremos, pero tibios no nos van a dejar. Y eso es gracias a la energía que desprende Antonia en el escenario. Ninguna de las mujeres a las que da vida Antonia son mujeres de fácil digestión, eso ya lo deja claro la misma Antonia en la sublime declaración de intenciones que hace nada más empezar el espectáculo, pero merece la pena ver la versatilidad de la actriz, reírnos con las verdades como puños que golpean la platea y que pocas veces se dicen con tanta claridad y tan poco miedo.

Ir a ver MI LUCHA supone un ejercicio de atención y un esfuerzo por dejar los prejuicios en la puerta del teatro. A lo mejor, después de escuchar esas historias decidimos no cogerlos de nuevo y que se diluyan en el asfalto de la ajetreada plaza de Tirso de Molina.

Crítica realizada por Moises C. Alabau

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