novedades
 SEARCH   
 
 

23.12.2015 Críticas  
Toni Moog o el chabacanismo ilustrado

Toni Moog no es un monologista, tampoco un cuentachistes, ni siquiera un juglar moderno o un inventor de historias; no, Toni Moog es nuestro colega, el colega gracioso que todos tenemos y que en las reuniones de amigos se convierte en el centro de atención por su labia y sentido del espectáculo.

Y nosotros lo vemos como a tal, como a alguien cercano, porqué sus gracias y sus bromas son de la calle. No busca los requiebros ni los giros típicos que hacen el resto de humoristas introduciendo un chiste para luego rematarlo tres minutos después; él es claro, conciso y directo. Si la gente de barrio termina de explicar algo con una palabrota, él lo hace (continuamente), si en cambio termina con un amago de agredir a alguien o con un chiste soez y de carácter sexual él lo hace también. Toni Moog se ha criado en los callejones del Raval y se siente orgulloso de ello.

La función del jueves 11 de Diciembre era una función especial, entre los presentes se encontraba el espectador número 250.000 de la obra “Blanca Navidad” que lleva 7 años en cartel contagiándonos de ese humor tan suyo. Todo un logro en ese teatro llamado “La casa de la risa” pero más conocido como “Capitol”, en la mismísima Rambla de la capital catalana.

Vale la pena decir que un servidor ha tenido la suerte de poder verlo por segunda vez y reconozco que aunque muchos chisten se repiten, el bueno de Toni ha sabido reciclarse con varios temas de actualidad sin perder ni un ápice de la frescura que se siente al verlo por primera vez.

Tras aparecer en el escenario, reconocer que la navideña (y sexual) decoración es la misma de hace 7 años y descubrir que no bebe whisky sino que toma Frenadol (mucho efecto no hará porqué se toma dos copazos), empiezan las sorpresas. Se va a realizar el sorteo entre los espectadores de una pantagruélica (y gratuita) cena en el restaurante “Attic” en la misma Rambla. El sentimiento general es que todos quieren que les toque pero tienen miedo de subir a enfrentarse a 193 centímetros de mostrenco chistoso (yo incluido). ¿Vale la pena la vergüenza? Que se lo pregunten al (des)agraciado si todavía es capaz de levantar la cabeza.

A partir de ahí vienen los chistes de Rajoy; la mochila bomba; la (puta) navidad; la (puta) religión; el sexo anal y vaginal; los problemas físicosexuales de los espectadores (porque él está en forma para pasarse por la piedra a todo el sector femenino de la platea; no es opinión, es información); la utilización del catalán; sus colegas farloperos y sobretodo els moments iaia (desternillantes); llega un punto en el que estás segurísimo que van a tener que ponerte una prótesis de mandíbula y buscas a tientas, bajo las butacas, una botella de oxígeno para poder recuperar el aire.

Cuando crees que no puede pasar nada más (ni mejor) aparece el primer invitado de la noche (sí, primero, luego habrá otro u otros), un Albert Boira que viene como si nada a unirse a la fiesta. Tendrá 15 minutos para explayarse hablando de que estaba en casa y le ha llamado su amigo Toni para que vaya al teatro, de los beneficios de la marihuana y del agujero que han hecho en su economía las continuas y cuantiosas multas que ha recibido por fumar en la calle. Todo real, tal y como reconoce en petit comité. Albert está en “El Molino” con su propio espectáculo, uno se queda con ganas de más y lo apunta en su agenda para pedírselo a los Reyes Magos, al Papa Noel, al Caga Tió o al director de EnPlatea.

Finalmente llega la traca final, se elimina el último bloque de la obra (el villancico del público) y Toni nos dice que ha fletado un autobús para que nos vayamos todos juntos a un local (el “Kahala”) a tomar mojitos gratis hasta que el cuerpo diga basta. Lo explica tan clara y seriamente que tiene que salir Boira a hacer chistes para que la gente se lo crea. Ahí termina la primera parte de la noche.

Entramos en el camerino, conversamos con Toni un rato y en bloque nos vamos con el equipo al autobús (a reventar) que nos está esperando en Plaça Catalunya. Por el camino se muestran tal y como son, tal y como parecen, auténticos. Es de agradecer la manera en cómo nos trataron durante toda la noche tanto el par de humoristas, como la responsable del “Grup Balañá” (Itziar), la acomodadora (disculpadme que no recuerde su nombre) y sobretodo, en mención especial, el jefe de prensa, Víctor Porras. Gracias, de corazón (no por espíritu navideño).

Una vez en el vehículo, Toni y Albert agarran el micro y cual guía turístico nos hacen una improvisación espectacular durante todo el trayecto (nota mental para la próxima temporada: “Monólogos de Autobús”).

Ya en el local de ambiente hawaiano corren los mojitos como la pólvora y Toni, tras muchas fotos y videos (estaba grabando un mini-reportaje para su Facebook), se hace a un lado para poder cenar tranquilo y relajarse en una mesa apartada con su grupo de amigos. El más que merecido reposo del guerrero.

Crítica realizada por Manel Sánchez

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES