novedades
 SEARCH   
 
 

04.12.2015 Críticas  
Cuatro sensaciones sobre 73 RAONS PER DEIXAR-TE

Dos actores, dos actrices, un pianista, un violinista, la típica historia de amor y la no tan típica historia de desamor. Que en los musicales a veces menos es más es una verdad como un templo que conocen bien los amantes de Stephen Sondheim. Y, como veremos luego, no estamos mentando su nombre en vano (que es pecado).

Vayamos por partes. Primera sensación: es una obra hija de este momento. No sé cómo la tratará el paso de los años, si las situaciones tan propias de esta década quedarán desfasadas, pero a día de hoy consigue una identificación del espectador barcelonés prácticamente absoluta. Todos pueden, podemos relacionarnos con los momentos de los que nos hablan, los sitios que se visitan, las series y aplicaciones que se mencionan. Es un primer paso: luego todos pueden, podemos relacionarnos con las fases de la relación que se nos muestran, y con los sentimientos que las acompañan.

Segunda sensación: que Guillem Clua (libreto y letras) y Jordi Cornudella (música), quieren mucho a Sondheim. Es difícil ver 73 RAONS y no respirar influencias de “Company” y “Merrily We Roll Along”. Y me refiero a influencias en el sentido más sano, en los acercamientos a los temas de la madurez y la evolución de una relación, a las estructuras musicales y la repetición de unos pocos temas que no van necesariamente ligados a los personajes como leit-motifs sino que van matizándose y matizándolos progresivamente. Quizás no hay temazos que vayas a estar canturreando, pero si hay melodías que van a estar acompañándote durante mucho tiempo.

En menor grado, también hay influencias de “The Last Five Years” o incluso de aquella “Trolley Song” que cantaba Judy Garland en “Cita en St. Louis”. Pero ninguna de ellas, ni siquiera Sondheim, son muletas sino trampolines: todo ese material sirve para propulsar 73 RAONS por un camino propio y, sobre todo en el primer acto, muy original. El segundo es bastante más previsible y juega bazas menos innovadoras, por una razón: que se mueve mucho más en el terreno de las emociones.

Tercera: el trabajo dramático que ha hecho Roca con sus actores es excelente. Mercé Martínez es una pija con el punto justo de parodia, pero creíble. Marc Pujol combina inocencia, firmeza y los suficientes rasgos negativos como para que no haya buenos ni malos, en esta relación: los dos evolucionan durante la historia, lo que tiene más valor ya que no nos la explican de manera lineal. Y de dos veteranos como Abel Folk y Mone Teruel sólo se puede decir que cada palabra que dicen o cantan es justa con los personajes que construyen, desde el primer al último momento. Especial mención para Folk, que no es un habitual del musical (participó en “Guys and Dolls” del TNC en el 98), pero que en su tema “A l’altre costat de la porta” pone la piel de gallina.

Y cuarta sensación: un espectador decía al salir que “la canción del metro es demasiado larga”. Discrepo: el número del metro (“Próxima Estació”) es un resumen de todos los factores importantes de la obra, los que se han visto ya y los que no se han visto aún. Hay humor, amor, drama y tragedia, todo en un sólo tema. El número del metro es el núcleo. El número del metro es la vida.

La conclusión es inevitable: hay que ver 73 RAONS PER DEIXAR-TE. Porque es un canto al amor y a lo que lo rompe, y a lo que pasa entonces. Porque es un tipo de musical que no se hace en este país y que era tremendamente necesario. Porque late al ritmo de nuestras vidas. No sé cómo lo tratará el paso de los años, pero hoy por hoy, 73 RAONS no es un musical. Es el musical.

Crítica realizada por Marcos Muñoz

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES