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03.03.2021 Críticas  
¿Hay vida después del amor?

La compañía sinSombreroteatro presenta Océano en La Encina Teatro de Madrid. La obra, escrita y dirigida por la joven Noelia Nogueira, concentra en la pareja de protagonistas un conglomerado de sueños, aspiraciones, miedos y dudas en el camino a la madurez, sin olvidar la pizca de humor y el baile, mucho baile.

Dona (Ángeles Calderón) y Fran (Fran Abellán) se conocen y se enamoran en un momento clave de sus vidas; la convivencia está marcada por los silencios, lo que se anhela decir, pero uno se calla por inseguridad, por miedo a perder o decepcionar al otro. Quizá, uno de los mensajes fundamentales de esta obra es que dos no pueden ser pareja si no han aclarado o resuelto sus problemas por separado. El otro siempre será, en este caso, un desafío y, sobre todo, un espejo de nuestras dificultades.

Nogueira demuestra grandes dotes de guionista, introduciendo texto y objetos que van cobrando vida y sentido para el espectador a lo largo de la representación. El pasado se concentra en un par de detalles y en la imaginación de los espectadores. Lo que se cuenta y lo que no se cuenta, los pensamientos de los personajes por separado, se entrelazan a la perfección, al igual que los mensajes posibles, no poco complejos.

Mensajes de la vida misma. Los mayores verán en esta pareja la ternura de los que comienzan a encontrarse y a aprender; los jóvenes entenderán mucho más de lo que los mayores creen y se enfrentarán a sus miedos a través de los avatares de la pareja. La pasión incontenible de un amor que marca, que es determinante o que simplemente aparece en un momento crucial de nuestro camino. La pasión bruta que no puede mantener a dos personas unidas ni ocultar sus diferencias. Esto demuestran las escenas finales de la obra, tan violentas como entrañables.

Gran tándem el que forman Calderón y Abellán, ambos intérpretes, versátiles y bien compenetrados, atraen miradas y más de una risa. El encuentro más o menos convencional entre los personajes se convierte en un espectáculo, no exento de profundidad, en las sucesivas escenas, bailes y diálogos. Poco decorado y mucho trabajo de los actores. El único pero es quizá el recurso de la vomitona, que simplifica el personaje, pero lo aceptamos por tratarse de una obra relativamente corta.

Océano habla sobre el amor inmenso, agridulce, prematuro, sobre aquel que prepara para la vida y la madurez, sobre el aprendizaje, los miedos y la relación con la familia. Se trata del retrato de un amor que no se olvida, o sí, pero que es parte de nosotros, como todo lo demás. Esta obra aborda sin frivolidad la juventud, oscilando entre el romanticismo casi obsceno de príncipe azul hasta la realidad más cruda, ofreciendo momentos de baile y diversión que rozan lo ridículo, pero no lo rebasan. Qué bien tener estas obras en nuestra cartelera. Salí con una gran sonrisa.

Crítica realizada por Susana Inés Pérez

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