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06.10.2020 Críticas  
¿Quién ha dicho crisis de los 40?

En los Teatros Luchana de Madrid puede verse Cantar las 40, una obra musical, performance, vodevil, cabaret, concierto dramatizado, festival de nostalgia y demás calificaciones por el estilo; todo en una. El actor Manuel Ramos dramatiza y cuenta su vida desde su nacimiento hasta la actualidad con la ayuda musical y dicharachera del músico Jaime Zelada al piano.

¿Quién no ha oído eso de que asociamos momentos concretos de nuestra vida con determinadas canciones? Doy fe. Esto también le pasa a Ramos, que recorre sus cuatro décadas en este mundo a ritmo de canción. En este caso: canciones rapeadas o con arreglos a lo jazz, remixes de dos o más canciones, Mecano y Presuntos Implicados, entre otros grupos y solistas del panorama nacional e internacional.

El espectador tarda unos minutos en entrar en calor, pero rezuma energía a la cuarta o quinta canción; energía pura la que transmite el showman Ramos, un cantante de los buenos. He de decir que, aunque no soy amiga de espectáculos autobiográficos, este actor es todo un encantador de serpientes, aparte de buenísimo cantante, y nos abre la puerta a su vida, con honestidad y todo lo que ello implica. Hoy en día, esto es un regalo. No faltan bailes y bromas, hasta con su propio nombre, y vestuario descarado y muy pero que muy llamativo. ¡Alegría!

Otro punto fuerte, además del aspecto musical y todo lo que conlleva, es el elemento sorpresa. Anonadada me quedo con la experiencia del protagonista en Barcelona. No les cuento más, pero verdaderamente se me escapó una gran carcajada.

A pesar de que la idea no es absolutamente original, Ramos y Zelada se complementan a la perfección, juegan con el público, se quedan sin aliento para recitar una retahíla sin fin de los eventos y objetos más importantes del pasado y el presente. Y es que, ya lo decía Kierkegaard, que la vida solamente puede ser comprendida mirando hacia atrás, o algo parecido. Se escuchan, entre los espectadores, risas, y algún que otro suspiro de haber entendido algo. Por poner un pero, quizá es excesivo y sentimentaloide el uso de proyecciones en escena.

No vayan si esperan teatro convencional, elenco multitudinario, o escenografía despampanante. Cantar las 40 es una fiesta de cumpleaños, señores. No se puede describir de otra manera. Quizá también un recorrido por la memoria colectiva, un viaje en el tiempo, pero sin perder de vista el futuro. Van a salir renovados de esta búsqueda vital a través del teatro.

Crítica realizada por Susana Inés Pérez

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