novedades
 SEARCH   
 
 

09.12.2019 Críticas  
Una habitación es un refugio

El Malda se convierte en Una habitació buida. Un musical de la Cia. Llançat escrito por Marc Artigau i Queralt, con música de Clara Peya y dirección de Joan Maria Segura i Bernardas, que lleva al teatro la ciencia-ficción con carga psicológica y existencialista. Ocho intérpretes defienden con sensibilidad y convicción un material de partida interesante y bien ejecutado.

La oportunidad dramática de la anécdota. Sin duda, este sería una de las mayores virtudes de la pieza. La ciencia-ficción es un género inexplorado o directamente incomprendido en el ámbito teatral. Aquí no se intenta reproducir un ritmo cinematográfico y a partir de algunas premisas más o menos reconocibles se consigue explicar una(s) historia(s) de un modo propio y particular. No se trata tanto de descubrir algo nuevo sino un modo nuevo de contarlo. El gran acierto es la mirada de Segura i Bernardas sobre el material de Artigau y Peya, totalmente centrada en las sensaciones, reminiscencias y connotaciones intrínsecas de lo que se está explicando. Sin renunciar a la comicidad de algunos momentos, lo que realmente importará será la necesidad o urgencia del retorno a un recuerdo, a una persona, a un deseo, a una ilusión… Y de ahí hasta difuminar la frontera entre lo real, la invención y el recuerdo.

La caracterización de los intérpretes está muy conseguida. A medio camino entre lo obvio y evidente y lo insinuado, la idiosincrasia de todos ellos aporta verosimilitud gracias al vestuario de Aida Almacellas, Paula Arenas, Alex Navarro y Carlota Pérez Mouriño. Indumentaria y maquillaje que consiguen lo máximo con los mínimos e indispensables elementos y, a la vez, dotan a todo el conjunto de una estética muy característica. En combinación con el espacio escénico de Lola Belles, prácticamente vacío, se consigue una atmósfera muy adecuada tanto para lo que se quiere evocar como para facilitar que los ocho intérpretes ocupen el espacio y ejecuten las coreografías ideadas por Segura i Bernardas. Una concepción escénica que juega con el significado intrínseco y extrínseco tanto del título como de la apuesta alegórica y más espiritual de la pieza.

En escena, Miquel González defiende al piano la partitura de Peya y la dirección musical de Miquel Tejada. Una partitura bien alineada con las resonancias del texto y que convierte en varios leitmotiv recurrentes la progresión dramática de música y letras. En escena, Marc Arias, Ariadna Colomer (Maria Fontana en algunas funciones), Ferran Enfedaque, Núria Llausí, Eric Oloz, Marc P. Balasch, Carla Pueyo (que nos gana desde el primer momento como narradora) y Cristina Vallribera se mueven con soltura y compenetración por este doble terreno entre lo que se muestra y lo que se intuye. Interpretaciones sensibles y entregadas y que unifican muy bien texto, canto y coreografía.

Finalmente, Una habitació buida destaca por su capacidad para aprovechar la proximidad del espacio y el formato para llegar al espectador de un modo prácticamente inmersivo. Apoyándose por la atmósfera creada por la puesta en escena y la partitura fuertemente incidental, un elenco muy bien avenido defiende una propuesta honesta y alegórica. De nuestros deseos más ocultos y de nuestros miedos tanto o más profundos. Un trabajo ambicioso y que conecta con el público de un modo indiscutible.

Crítica realizada por Fernando Solla

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES