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11.10.2019 Críticas  
Juicio carnal

Segundo trallazo que se marca el Teatro de La Abadía, tras los Voadora, con Mercaderes de Babel, de Jose Padilla, dirigido por Carlos Aladro, brillando sobre la obra base de William Shakespeare.

Basanio (Ramón Pujol) pide el favor de ser avalado a su amigo Antonio (Javier Lara) para lanzarse a la conquista de la noble y rica Porcia (Natalia Huarte). Un golpe de mala suerte, hace que la deuda pedida al rencoroso Shylock (Greg Hicks) no se salde a tiempo, y este pida cobrarse una libra de carne de Antonio. Asistiremos al juicio en el que acusación y defensa utilizarán sus mejores armas en pos de la clemencia ansiada.

Mercaderes de Babel es como un capítulo de The Good Fight, pero sin la Baranski; o mas bien es como esos cortos animados que incluyeron, y que tan polémicos son por “cortarrollos”, pero que si los escribiese Padilla, dirigiese Aladro, y protagonizasen todos estos actores, yo, los disfrutaría.

Este El Mercader de Venecia con un twist, que es lo que les ha salido a esta compañía, es un Shakespeare perfecto, para quien no les gusta Shakespeare (si es que existe ese tipo de persona), y todo gracias a centrarse en la acción, y prescindir del “relleno”. En eso tiene muy buena práctica Jose Padilla, por su labor con Ventrículo Veloz, todos ellos, montajes orientados a público juvenil; o ese Perra Vida, modernizando un original cervantino. Mercaderes de Babel podría entrar en ese espectro, aunque le prefiero en el actual, porque no soy muy amigo de que me subrayen mucho, en un texto, la enseñanza a extraer.

Con Javier Lara, podría hacer un copia-pega de una opinión en esta web, a otra, porque ya siento repetirme: está magnífico como Antonio, y tras pasar por el Ambigú del Teatro Pavón Kamikaze, siendo un espectacular Rodrigo Rato, su ebrio personaje, enfrentado a la cruel deuda de su amigo querido, es genial. Ramón Pujol como Basanio está correctísimo, y encantador, cuando saca la vena de enamorado hacia Porcia, Natalia Huarte, cuyo registro contempo-clásico, le va como ese anillo que su amado entrega a la ligera.

Juan Blanco, interpretando a Graciano y Lorenzo gana según avanza el montaje, y sus últimas intervenciones, ya sin máscara alguna, como noble de barrio, son divertidísimas. Alba Enríquez está magnífica como la hija del judío, pero no me llega a cautivar como juez y amiga de Porcia. Y ahora llego al lujo que es tener a un actor inglés, como Greg Hicks compartiendo escenario con este elenco. El acento british es Viagra para mis oidos, y esa afectación y gestualidad de un buen actor británico, interpretando un Shakespeare como la Queen manda, es una experiencia orgásmica que disfrutar hasta con los ojos cerrados.

Qué buena mano la de Carlos Aladro para alejarse del registro clásico y apostar por la frescura que aporta un elenco tan versátil, con una magnífica escenografía y un estiloso y favorecedor vestuario a cargo de Paula Castellano que no hace más que acentuar lo guapos y guapas que son todos y lo bonito que les queda recitar las bonitas palabras de Jose Padilla. Larga vida a los Mercaderes de Babel.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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