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09.09.2019 Críticas  
La gran fiesta española

Ir a ver un texto de Pablo Remón es terapia necesaria ante las dolencias comunes de nuestra sociedad. Su finura, acidez, humor y denuncia son un revulsivo tónico revitalizante. Sueños y visiones de Rodrigo Rato en el Pavón Teatro Kamikaze es un montaje necesario, no solo por lo esclarecedor del mismo, sino porque teatralmente es una verdadera clase magistral.

Cada vez nos interesan más las vidas y entresijos de personajes contemporáneos. Atrás han quedado los tiempos en los que solo se podía dramatizar las vidas de personajes fallecidos. Rodrigo Rato, Ministro de Economía y Hacienda en la era Aznar, Gerente del Fondo Monetario Internacional. Personalidad internacional. Imputado y condenado por el caso Bankia y las tarjetas black. Actualmente cumpliendo condena en la prisión de Soto del Real. La historia de este hombre da para serie, peli y, por supuesto, para teatro. La suerte ha sido que Pablo Remón y Roberto Martín Maiztegui han escrito un fabuloso texto que en clave de humor y sorna dibujando un retrato vital del excelentísimo señor Rato, con claros, sombras, humor y mucha verdad.

Raquel Alarcón, nueva en las lides de la dirección, sale bien parada. El robusto texto ayuda y los dos actores estratosféricos son apuesta segura. Juan Ceacero, desdoblándose en varios personajes. Desde el progenitor de Rodrigo a Aznar, de taxista con sorpresa final a Mariano Rajoy. ¡Qué difícil es hacer comedia sin caer en la parodia chusca! Y como lo logra Juan es para quitarse el sombrero. Javier Lara inconmensurable en la composición del personaje de Rodrigo Rato. ¡Cómo está acertando Javier en los papeles que elige!

La sola mención del nombre del protagonista produce rechazo, pero los sueños y las visiones nos permitirán ver lo que posiblemente pasó por la cabeza de ese señor, que llegó a ser uno de los hombres más importantes, no solo de España sino del mundo. La obra no pretende ser un lavado de la imagen del demostrado delincuente económico, ni mucho menos; pero sí consigue que veamos la fragilidad del poderoso, la soledad de la ambición, la resaca de la gran fiesta española, la puerta trasera de la discoteca corrupción. El perfecto equilibrio de comedia, documento, narración, interpretación desenfadada pero certera, lo sutil del texto, permiten recibir una lección de historia reciente y además echarse unas buenas risas.

Cada texto o propuesta que lleve el nombre de Pablo Remón se salda con esa agradable sensación de tiempo bien invertido. La misma sensación tras ver El Tratamiento, Los Mariachis y ahora está fabulosa y en apariencia sencilla Sueños y visiones de Rodrigo Rato. La única pega es el horario de representaciones que puede hacer imposible asistir a gran parte del público que lo gozaría. Ojalá consigan girar por la geografía y volver a Madrid en un horario donde muchos más lo puedan descubrir. Larga vida a Sueños y visiones de Rodrigo Rato.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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