Se estrenó en el 2016 en El Maldà y tras el rotundo éxito de A.K.A. (Also Known As) de Dani J. Meyer, La Villarroel rescata el Abans de Descartable Teatre del mismo autor para programarlo en sus funciones de la Off durante este mes de abril. Un drama presentado de forma muy cercana que usa los espacios del teatro como yo no había visto hasta ahora.
Laia Pellejà es Laia. Y Marc Pociello es Marc. Son dos hermanos que hace 3 años que ni se ven ni saben nada el uno del otro. Las circunstancias de la vida, sumado a la crisis que aún colea, ha hecho que se separen y acaben con destinos muy diferentes. Laia se ha quedado en Barcelona, pero ha acabado viviendo en la calle y Marc ha emigrado a Edimburgo para intentar encontrar un mundo mejor.
En forma de monólogo, primeramente Laia se presenta en el patio del teatro (que representa la calle) y nos cuenta la historia de esos últimos años desde su perspectiva. Nos presenta hechos y emociones. Nos cuenta el por qué de sus decisiones. Nos hace sonreír pero también nos entristece. Y termina tocando el violín, a la espera de unas monedas y de nuestra comprensión. Entonces pasamos a la sala, a un rincón de la misma, donde el grupito nos sentamos entre el escenario y unas pocas filas de la platea. Allí nos espera Marc, quien ha montando una fiesta en su casa para nosotros, sus amigos, para celebrar los 3 años que lleva viviendo allí. Y de esa manera es como nos cuenta, entre risas y aparente superficialidad lo que ha sido esa última época de su vida. A diferencia de su hermana, todo parece estar perfecto y bien. Es feliz. ¿Es feliz? Cuando todos se van, aparece la realidad. Y no es una verdad tan diferente a la descrita por su hermana: ambos han sufrido y, en cierta manera, lo siguen haciendo; y ambos se adoran y se echan de menos.
Abans es una obra, primeramente, original en su presentación. Presentarla en dos espacios no es algo a lo que estemos acostumbrados. Ese aspecto ya le da muchos puntos, por el hecho de la reinvención (no es fácil, cuando la oferta de teatro es siempre constante). Además, a pesar de los tintes dramáticos (que, reconozco, son mi debilidad), algo que caracteriza a Meyer (al menos en A.K.A. y aquí) es que no se regodea en las miserias. Las presenta, existen, están ahí, pero siempre tiene un rayo de luz que emana de esas situaciones y de sus personajes. Eso convierte sus piezas en bonitas historias a pesar de lo duro o penoso que puedan contener. Y como el ser humano, como norma general, tiende a priorizar lo positivo sobre lo negativo, el regusto final que te llevas a casa es siempre bueno. La música es un detalle en este montaje que también le da originalidad. Como tema central, una parte de una de las composiciones de Schubert, tocada la mayor parte de las veces por Laia en directo con su violín. Y ya con eso, me acaban de ganar. La elegante tristeza del instrumento es lo que creo que resume la pieza también.
Ambos actores están perfectos. En ambos casos no hay cuarta pared (no se levanta hasta el final). Así que el trabajo que realizan ambos adquiere más relevancia cuando sus interpretaciones son casi un ‘tête à tête’ entre el actor y el espectador. Laia mantiene su línea desde el inicio hasta el fin de su parte y no le tiene miedo a sus escenas ni a llorar en las distancias cortas; su intensidad es justa y creíble pero mantiene un bonito toque teatral. Marc nos presenta las dos caras de su personaje y en ambos sabe estar. Su intervención va de blanco a negro y realiza el cambio de forma apropiada y natural. Un buen trabajo de ambos, que evidentemente aún se aprecia más gracias a la cercanía.
Abans es una pieza que vale mucho la pena ver. Quizá yo la sienta más especial porque me recuerde algo a la relación que mantengo con mis hermanas. Pero sé que no es solo eso. Ahora tenemos una segunda oportunidad para verla desde que se programara en el 2016. Y solo queda esta semana. Dani J. Meyer, te lo repito, como me encantan tus dramas.
Crítica realizada por Diana Limones
