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25.03.2019 Críticas  
Muerte inherente a la vida

El Teatro del Barrio sigue su estela de teatro comprometido, teatro documento, denuncia, realidad. Llega a sus tablas Celebraré mi muerte. El relato de Marcos Hourmann, el primer médico condenado en España por practicar la eutanasia. Interpretado por el protagonista real de la historia, el relato provoca altas cotas de reflexión y debate.

Cloruro potásico. Esa es la sustancia que el Dr. Hourmann le inyectó a Carmen, una anciana de 82 años que agonizaba irremediablemente. El cloruro acabó con el sufrimiento y la vida de Carmen de manera instantánea. Los ruegos de la paciente y su hija habían sido escuchados. El doctor firmó el informe en el que especificaba la administración de la sustancia fatal y se fue a descansar a su casa, tal y como hacía al final de cada jornada. Poco después se enfrentó a un juicio por homicidio. Un juicio en el que no pudo explicarse y en el que gracias a un trato con la fiscalía consiguió rebajar la pena solicitada de diez años de cárcel a un solo año de condena. Con lo que no tuvo que ingresar en la cárcel. Marcos Hourmann se quedó con las ganas y con la necesidad vital de explicarse. Ahora, gracias a la idea de Alberto San Juan y a la producción de Jordi Évole (quien ya le entrevistó en una edición de Salvados) se enfrenta al juicio del público y expone sus motivos. El veredicto está en manos de los que le escuchamos.

Marcos Hourmann no es actor, pero se desenvuelve con pasmosa tranquilidad en escena. Es cierto que lo que cuenta es su experiencia, pero lo hace siguiendo el guión escrito para la función y siguiendo los tiempos que los dramaturgos le han marcado. La disertación se apoya en vídeos y sonidos que ayudan al doctor a explicarnos los vericuetos de aquella decisión, así como adentrarnos en su biografía personal y en los acontecimientos anteriores y posteriores a aquella jornada en un hospital de la provincia de Tarragona.

La función no pretende ser una defensa a ultranza de la eutanasia. La función pone de manera bastante real y fría el momento en el que se encontraba la paciente. El texto explica las fases del sufrimiento y las funciones de los médicos ante situaciones irreversibles. A modo de documento se explican las posturas tanto en contra como a favor de la eutanasia. El doctor Hourmann hace un recorrido vital por su historia. Desde Buenos Aires a su vida en Inglaterra. Desde la historia de su madre, mujer de carácter, y su padre que amaba humildemente a esa mujer. Marcos Hourmann consigue que el relato pase por varios estados. Saltando de la anécdota divertida a momentos tremendamente duros. El equilibrio es certero y el relato se sigue con interés. El mayor valor de la propuesta es escucharlo en la voz de la persona que lo vivió.

El veredicto es lo de menos, algunas noches se lee y otras no. El teatro es una poderosa herramienta para el intelecto, para hacernos pensar y reflexionar. Para tomar decisiones o descubrir vidas aleccionadoras. Celebraré mi muerte consigue una platea en la que se oyen asentimientos y negaciones, en las que los tres minutos para dictar sentencia se convierten en un ágora de preguntas y respuestas, algunas en voz alta, otras en silencio mientras miramos el suelo o el techo de la sala. La muerte como parte indivisible de la vida, la decisión de perderle el miedo o mirarla de reojo.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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