novedades
 SEARCH   
 
 

29.10.2018 Críticas  
El final de la violencia

La Perla 29 abre las puertas de la Biblioteca de Catalunya y nos ofrece una oportunidad privilegiada para disfrutar de Una Ilíada, versión de Lisa Peterson y Denis O’Hare a partir del original de Homero. Eduard Farelo se erige como un intérprete mayúsculo y se trasmuta en la piel del poeta o rapsoda condenado a explicar la misma historia a perpetuidad.

El resultado de la aproximación es una obra de teatro intensa y robusta que sabe vehicular muy bien la fascinación por la épica y la narración de gestas y contiendas de la antigüedad con los efectos devastadores de un conflicto bélico, sea el que sea. Patrones de destrucción que se repiten siglo tras siglo tras milenio. El texto es realmente potente y certero. El narrador protagonista (y anónimo) se convierte en una suerte de habitante de las páginas de Homero y a la vez en un ser atemporal y que lo ha visto todo. Tanto el original como la excelente traducción de Neus Bonilla mantienen una muy feliz convivencia entre distintos registros del lenguaje y sus variantes contextuales. Una aproximación fundamentalmente contemporánea que no renuncia a un alto lirismo y apasionamiento en la traducción formal, en combinación con algún fragmento en griego clásico. La revisión del verso de Marc Artigau insufla la urgencia y la desesperación que siente el protagonista al compartir esta historia.

Un relato que se convierte en tratado o volumen con entidad propia y que aquí se nos sirve con adecuación y en todo su esplendor. La dirección de Juan Carlos Martel Bayod no solo dota de un ritmo exquisito a la propuesta sino que sabe cómo vehicularlo a través del lenguaje sin renunciar a una puesta en la que el movimiento resulta también muy importante y bien trabajado. La presencia escénica del músico Juan Pablo Balcázar se convierte en parte esencial de la dramaturgia. Acompañando cuando debe y enfatizando los momentos necesarios, destaca especialmente por los diálogos que facilita y entabla entre la palabra hablada y los sonidos. De algún modo, su presencia y desempeño consiguen trabajar con las percepciones del espectador a través de imágenes sonoras. Esto es algo muy importante y que distingue a Una Ilíada. Imágenes mentales subjetivas a partir de los estímulos sonoros, algo con lo que la distinguida capacidad vocal de Farelo establece un matrimonio clarividente.

El intérprete se sitúa en medio de múltiples referencias a las sangrientas guerras que aún reinan en el planeta. Asimilando la voluntad de los autores, su interpretación se convierte en una súplica palpable a los descendientes culturales de los héroes y guerreros de la antigüedad clásica. Agamenón, Aquiles, Héctor, Príamo… También convoca a sus mujeres y familiares. Especialmente perspicaz cuando aporta y explica a partir de los ejemplos más cercanos y reconocibles, Farelo triunfa con un trabajo que consigue convencernos de que el precio de la rabia es la muerte y de que el orgullo (principalmente masculino) cuando se alcanza un poder desmesurado es tan ilimitado como su capacidad de destrucción. La energía y vehemencia, que mantiene durante toda la representación, resultan tan conmovedoras como persuasivas. Nos convence tanto a partir de la emoción de su interpretación como del razonamiento del texto que nos transmite y al que insufla la mejor de las vidas posibles. Especialmente inspirado para plasmar la lucha interna del poeta y sus obstáculos internos para explicar de nuevo los mismos efectos devastadores una y otra vez.

Lo que el texto condensa y reduce a un monólogo de poco más de hora y media, el intérprete lo expande y multidimensiona con su buen hacer. Un actor que desaparece tras un personaje que absorbe y explica a todos los de la obra fundacional. El dolor de lo dicho se manifiesta también a través de lo físico. Farelo implora con la inmensidad de su mirada y construye esta mudanza entre figuras a través de una inflexión vocal prodigiosa y de una asimilación perfecta del asesoramiento en el movimiento de Carlotta Bruni. Obviando cualquier zona de confort, el actor siempre va más allá, ofreciendo una aportación tan repleta como íntegra y cabal. Apasionada y doliente cual jeremías. El fragmento en el que relata el encuentro entre Aquiles y Príamo, padre de Héctor, tras la muerte de este último nos altera, conmociona e impresiona de un modo tan desasosegante como enternecedor. La compasión que transmite Farelo consigue, precisamente, lo que pretenden los autores. Uno tiene la sensación de que si el intérprete hablara en primera línea de cada uno de los conflictos que persisten en cualquier lugar de nuestro mundo, la persuasión para su desarmamiento se convertiría en una feliz realidad. Una interpretación tan heroica como todo el periplo descrito por Homero y también por Peterson y O’Hare.

Este trabajo se ve respaldado por el espacio escénico y el vestuario de Xesca Salvà. Vacío y a la vez delimitado por dos placas, una más opaca y la otra traslúcida. Un reflejo que unifica cualquier época y lugar donde las palabras del rapsoda se puedan escuchar. A su vez, las piezas que viste el protagonista permiten la mudanza inmediata a la vez que remarcan la figura olímpica de unos en convivencia con la trashumancia ambulante de otros. Lo mismo sucede con la iluminación de Marc LLeixà y el diseño de sonido de Clara Aguilar. Sus aportaciones permiten y favorecen esta convivencia entre el caso particular del personaje atrapado en una historia que quiere abandonar y todo lo que ésta contiene. De nuevo, percepciones y juego entre las imágenes visuales y auditivas. Sensaciones y reminiscencias desde lo intrínseco a lo exterior. Una vez más, el entorno de la Biblioteca de Catalunya se convierte en un espacio que magnifica y abraza esta ambivalencia entre la épica y la poética y también entre lo clásico y lo contemporáneo. En definitiva, la atemporalidad de la que bebe y requiere este propuesta.

Finalmente, celebramos la presencia de Una Ilíada en nuestra cartelera. Tanto por la valía del texto de Peterson y O’Hare como por el reflejo y careo hacia el texto clásico que ofrece. Una puesta en escena magnífica y un intérprete de campeonato nos ofrecen la que probablemente sea una de las veladas teatrales más fructíferas que podamos encontrar a día de hoy.

Crítica realizada por Fernando Solla

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES