novedades
 SEARCH   
 
 

19.10.2018 Críticas  
Astracanada mortuoria

El Teatro La Latina se viste de luto gamberro. Concha Velasco es el muerto en el entierro de El funeral, una comedia negra escrita y dirigida por su hijo Manuel M. Velasco en la que la icónica actriz se divierte mientras el público sonríe al verla disfrutar de un aplauso constante a toda su carrera.

Todo empieza como un enorme y lúgubre acierto a telón alzado: entrar a ver El funeral es cruzar las puertas de un velatorio en toda regla. Sin siquiera haber comenzado, el ambiente cargado de humor ácido ya parece prometer el traje perfecto para un gran texto: escenario presidido por un ataúd traslúcido en el centro (muerta dentro incluida), dos coronas de flores blancas a los lados, libro de visitas al fondo, cantos gregorianos y enorme foto (más bien vídeo o casi gif) de Concha Velasco en blanco y negro observando a todos los presentes a su propio homenaje funerario figurado. Con el aviso de los “cinco minutos” las actrices Cristina Abad y Clara Alvarado aparecen en escena hablando directamente al público metidas en su papel de codiciosas nietas de la difunta actriz Lucrecia Conti: personaje encarnado por Concha Velasco que más tarde hará su aclamada entrada triunfal en forma de fantasma con estética a lo Norma Desmond. Esta es, a grandes rasgos, la bienvenida a un peculiar funeral sin cuarta pared.

Los espectadores son asistentes y partícipes al último adiós al personaje de una millonaria vieja gloria que, antes de irse, exigió esa pomposa despedida en un conocido teatro. A partir de este interesante arranque la función se frena. Lo que en principio se adivinaba como un genial golpe de humor absurdo se va descafeinando a medida que el texto da vueltas sobre la buena astracanada inicial. Pronto se agotan las posibilidades de un carácter naíf jugado como única baza para mantener el interés. Y es que las situaciones grotescas no tienen la chispa suficiente para convencer y la propuesta se diluye hasta quedar reducida a lucir una Concha Velasco exultante, dinámica y orgullosa de un papel con el que se lo pasa en grande. Es esa disposición de la artista la que funciona en forma de espejo con el público: la platea devuelve el cariño que ella proyecta en escena y le agradece toda una vida de éxitos, grandes papeles y sobre todo trabajo sin descanso. Teniendo esto en cuenta, ¿realmente sirven de algo las opiniones u observaciones concretas sobre dramaturgia, diálogos o fondo de El funeral?

La obra nació como pieza para microteatro. Fue la propia actriz la que animó a Manuel M. Velasco a alargarla al ver su evidente potencial inicial. La productora Pentación Espectáculos les ha dado a ambos, según indican los propios protagonistas, todas las facilidades para subirla a escena. Ahora tras estrenarla en gira la temporada pasada con Antonio Resines en el papel del representante de la protagonista (representante que más tarde interpretaría Jorge Sanz) aterrizan en Madrid con Jordi Rebellón como cabecera masculina de cartel. Completa el reparto Emmanuel Medina dando vida a un joven justito de neuronas enamorado de su prima.

El funeral es una oportunidad de ver a Concha Velasco frente a un montaje que arropa un texto cómico simple con una puesta en escena correcta y efectista que cuida especialmente el vestuario de su gran estrella: su razón de ser. La obra es recomendable para aquellos que quieran aplaudir a una Concha Velasco que da una lección de valentía y personalidad riéndose de sí misma. Está claro que al final de cada representación una repleto Teatro La Latina no podrá hacer otra cosa que dar una cerrada ovación en pie.

Crítica realizada por Raquel Loredo

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES