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16.07.2018 Críticas  
La familia ¿bien?, gracias

Intemperie Teatro refresca el verano con El sueño de Bambi, de Christian Avilés y dirigida por Gabriel Fuentes, un cóctel de buenas interpretaciones, fenómenos paranormales, y un agridulce final sobre una familia enfrentándose a sus fantasmas, pasados, presentes y futuros, donde nos podremos ver reflejados, aún detrás de la sábana que nos cubre y arrastramos.

Una hija viviendo su vida en el extranjero (Pilar Bergés) regresa al domicilio familiar tras el llamamiento de su hermana (Thais Blume) que tiene el pálpito de que su madre no pasa de esa noche. Esta vuelta al amargo dulce hogar, hará revivir mil momentos del pasado con su madre (María Álvarez), su hermano mayor (Luis de Sannta) y el entrañable hermano pequeño (Christian Avilés). La reunificación de esta familia hará despertar al mismo cervatillo, sumido en El sueño de Bambi más profundo.

Ecos de “La Omisión de la familia Coleman” resonaban en mi cabeza en el abarrotado estreno, aunque si aquella me dejó bastante frío, en cuanto a no reconocer ni un ápice de esa disfuncional familia argentina, esta de El sueño de Bambi es lo más parecido a mis reuniones familiares por bodas, bautizos, comuniones y fiestas de guardar. Una familia española alrededor de una mesa camilla con pañito de ganchillo, surtido mueble-bar, y cama desplegable de cualquier superficie. Una familia donde las caricias son gritos e insultos, los besos son reproches a gogó, y los abrazos son desplantes y despedidas sin hacer ruido.

La dirección de Gabriel Fuentes logra que todo el elenco tenga química como familia, y, una vez más, la Bergés y sus grandes ojos deslumbran a la audiencia. Thais Blume, implicadísima matriarca improvisada, con contactos familiares en el mas allá, y Christian Avilés hace un trabajo interpretativo sobresaliente, ajeno a todo lo que ocurre a su alrededor, en su mundo de Plastidecor y ranas de papel; ese ensimismamiento es casi más difícil que pasar diálogos con otros personajes, puesto que exige una concentración hercúlea, que solo he visto en escena anteriormente por parte de Nacho Sánchez en ese otro brillante retrato familiar que fue “He nacido para verte sonreír”.

Los últimos montajes que acoge Intemperie Teatro logran una transformación brutal del espacio, y es de agradecer esa versatilidad para el público, al igual que seguir contando con una programación que viaja desde el clown (“Contratiempoymarea”), el relato futurista (“Dis7opia”), joyas contemporáneas (“Martingala”) o este retrato de familia, El sueño de Bambi, que es mi familia, y la tuya.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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