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14.06.2018 Críticas  
Curioso repaso de la historia más reciente

El Teatre Gaudí estrena una propuesta escrita y dirigida por Ever Blanchet. Hipopótamos es una pieza que podría parecer teatro documental pero que progresivamente se decanta más por el género dramático del absurdo. Una obra para dos personajes que convierte la Sala Petita en la habitación donde tiene lugar un peculiar interrogatorio policial.

Hipopótamos parece nacer de la reacción que le produce al autor la situación política a raíz del Procés y cómo ve el reflejo en los años y situaciones anteriores. No se trata tanto de hacer un volcado o estudio sociológico de las diferentes posturas y sí de ironizar y caricaturizar al máximo poniendo los puntos sobre las íes y repasando las últimas cuatro décadas de historia. No hay auto-censura ni intención de suavizar ni dejarse nada en el tintero. Un collage de las miserias vinculadas al poder dominante. Razón versus fuerza o viceversa y fondos reservados.

Dos personajes, el policía agresivo y violento y el detenido insolente y que se expresa al modo “mariano”. El arquetipo del gato y el ratón que tomará sentido (tanto el cómo y el porqué) mientras se desarrolle la representación. El uso del giro argumental está bastante bien hallado ya que el espectador no se sentirá engañado en ningún momento. Un punto truculento y de humor negro que sanean y relajan bastante la tensión y estupefacción que provocan algunas situaciones. Una verdadera teoría de la conspiración en forma de confrontación teatral. A destacar, el repaso a algunos referentes dramatúrgicos (algún reproche incluido).

El espacio escénico de Jordi Jaume Valero es sencillo pero más que suficiente. Los elementos justos y necesarios para hacer avanzar el peculiar interrogatorio aportando algunas pistas (véase el balde repleto de confeti) que nos avanzarán que no todo es lo que parece. La disposición de la sala no deja de ofrecer cierto aire y distanciamiento con respecto a lo que sucede en escena, algo que es útil para que el espectador se plantee qué es lo que está sucediendo. ¿Qué es verdad y que es sólo rumor? ¿La fiscalización de la violencia está en mano de unos o de todos?

No deja de ser hilarante la resolución de todo el asunto. En este sentido, la interpretación de Jordi Cadellans y Ferran Terraza tiene que lidiar con la aparente inverosimilitud del planteamiento inicial de sus personajes y progresivamente ir mostrando todas las cartas y capas del texto. Su trabajo es fiel a la premisa del autor y director. Dos roles no siempre fáciles de defender y que no tratan de adornar ni suavizar para hacerlos más cercanos. Fieles servidores de la dramaturgia y totalmente compenetrados en este juego de poder, físico y argumentativo.

Finalmente, y sin querer desvelar más de lo necesario, destacamos la lucidez de Blanchet para condensar en una hora un repaso de cuatro décadas de historia a través de un género que no se suele encontrar en nuestros escenarios: la farsa política. También su distanciamiento para observar unos hechos que sucedían hace apenas unos meses y convertirlos en material dramático. Hipopótamos es una pieza curiosa y desconcertante a partes iguales. Tanto como la realidad que retrata.

Crítica realizada por Fernando Solla

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