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30.04.2018 Música  
El violinista rebelde

El grupo Strad ofreció el pasado sábado 28 un potente concierto en el Teatro Nuevo Apolo. Un aforo casi completo vibró de lo lindo con la potencia del violín de Jorge Guillén, quien capitaneó la banda e hizo las delicias del respetable con una buena recopilación de anécdotas y chascarillos, aparte de muy buena música.

He de reconocer que hasta el momento de la invitación al concierto jamás había oído hablar de Strad. Rebusqué online y descubrí de que se trataba. Se presenta Strad con la fuerza del violín de Jorge. Él dirige e imprime su sello personal a todo el concierto. Me sorprendió gratamente ver un aforo completo en el nada pequeño Teatro Nuevo Apolo (que necesita una urgente reforma.) Un sábado al mediodía, en uno de los puentes en los que Madrid se vacía, fue cuanto menos agradable ver a todo tipo de público comprando entradas en taquilla y crear un ambiente de expectación. Ahí me di cuenta de que lo extraño era que yo no hubiera oído hablar de Strad.

Con experiencia al lado de Ara Malikian, Jorge Guillén no defrauda. Tirando de clasicazos del Rock’n Roll. De Nirvana a Led Zeppelin, pasando por Lucía de Joan Manel Serrat, a una versión apabullante del concierto de Aranjuez para repasar temas míticos de Michael Jackson. La potencia irradia la platea que ovaciona una y otra vez el buen hacer de la banda. Invitados especiales dieron un toque especial a todo el recital de buen rollo y buen humor.

Cuando un artista disfruta, se le nota, y a Jorge y a toda la banda se les notaba un disfrute contagioso. Jorge contando su niñez, sus aventuras adolescentes, siempre acompañadas de su violín despertaron las carcajadas del público asistente. Al final el teatro en pie se rindió a sus pies.

Es siempre una agradable sorpresa descubrir nuevos talentos, que poco a poco y con trabajo duro se abren paso. Strad con una propuesta honesta, con la única intención de hacer disfrutar a sus seguidores se curraron un concierto que se pasó a la misma velocidad con la que Jorge es capaz de tocar su violín. No le pierdan la pista.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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