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24.04.2018 Críticas  
Entre la magia y la verborrea

El Club Capitol acoge Marín, El mago cómico del momento. Un espectáculo dotado de un ritmo tan frenético como la verbosidad de su conductor. Un mago que desprende energía y entrega durante toda la función y que se mueve a sus anchas tanto por el escenario como por el patio de butacas. Con humor, incorrección e ilusión a partes iguales.

José Marín tiene palique. Quizá este sea el elemento diferencial y que todavía podría explotar algo más para convertirse en una presencia escénica aún más singular. La espontaneidad está fuera de toda duda. La capacidad para improvisar e interactuar con y a partir de las reacciones del público también. Se nota que observa y que está pendiente de lo que sucede en el patio de butacas en todo momento. Y los chistes y el cachondeo predominan durante el espectáculo. Entendemos que aquí se trata de una presentación o consolidación ante al gran público. Una llamada de atención y una búsqueda del espacio que seguro tiene reservado en los teatros de mediano y gran aforo.

Después del show no podemos dejar de imaginarnos cómo podrían ser los siguientes. Hemos visto al mago y hemos visto al humorista. Un toque gamberro y de incorrección, un lado algo más romántico y una búsqueda de la épica de la magia a partir del uso de la banda sonora. También gran agilidad para conseguir la participación del público, a nivel individual y colectivo, sin que el ritmo decaiga. La verborrea predomina. Explica mucho y con ello consigue vestir y unir los distintos trucos. Enseñando lo justo y ocultando lo necesario. Quizá esto se podría cohesionar algo más a partir de espectáculos temáticos o quizá no haga falta y precisamente esta versatilidad sea lo que el mago quiera priorizar y mostrar en en el escenario.

A nivel de puesta en escena hay que destacar la coordinación técnica y la iluminación de Joan Segura. Quizá el sonido está demasiado hiperbolizado en algunos momentos y las canciones ocupan un protagonismo excesivo teniendo en cuenta que su función es más bien estética. Utilizar canciones de musicales como “El gran showman” para iniciar el espectáculo está muy bien pero quizá sugiere unas líneas de desarrollo que no tendrán excesiva continuidad con lo que veremos después. En el caso de “La La Land” nos ha gustado el uso de “Someone in the Crowd”. Esta canción sí que creemos que marca muy bien la relación que Marín establece con el público. Lo mismo con el tema principal de “Inspector Gadget”, muy bien hallado e incluido en los números a los que acompaña.

La participación de Sandra Marín como partenaire nos acerca a una manera de entender el ilusionismo más clásica, aunque también actualizada. Una compañera escénica que, junto al regidor Jordi Masegur, consiguen que todo suceda con el ritmo adecuado y, una vez más, el asombro por parte del público asistente.

Finalmente, Marín, El mago cómico del momento es un espectáculo que entretiene y que juega bastante bien con las emociones, la sorpresa y la expectación del público. Un mago con marcada personalidad y que, no dudamos, continuará ofreciendo propuestas con sello propio hasta encontrar un público fiel y entregado. De momento, va por buen camino.

Crítica realizada por Fernando Solla

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