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12.04.2018 Críticas  
Diciendo basta

José Sanchis Sinisterra, uno de nuestros autores de teatro más reconocibles firma un texto duro, un texto que golpea duro, un texto de reivindicación y denuncia. ¿Hasta qué punto hay que aguantar los golpes, las humillaciones? ¿Quién da el último golpe? El Teatro Galileo acoge este monologo interpretado con certeza por Beatriz Grimaldos.

Un escenario en desorden, restos de una batalla, una mujer que reflexiona sobre lo que acaba de acontecer, que intenta ordenar sus pensamientos y poner de nuevo su libertad a su servicio. Beatriz Grimaldos interpreta a Mónica, a esta mujer que ha decidido dar los Últimos golpes, ocho concretamente, aunque el último de ellos fuera el menos fuerte de todos. Su relato nos llevará a su infancia y juventud, a sus vivencias en un hogar que no era el suyo, a un matrimonio prometedor que se convirtió en su condena, en su encierro, en su pérdida de libertad y autoestima. Hasta que todo estalla y se asestan los Últimos golpes, los que desembocaran en un futuro incierto pero necesario. La necesaria fuga hacia adelante.

¿Es desmesurado el amor romántico? ¿Es demasiado lo que hipotecamos por una pareja? ¿Es necesario aguantar la humillación y el desprecio en favor del amor? ¿Dónde están los límites? ¿Quién dicta los mismos? El texto de Sinisterra pone el acento en todas estas cuestiones, ante una situación desesperada, con una consecuencia trágica pero inevitable. No hay culpa, solo hay necesidad de ser libre de nuevo, de tener las riendas de la vida.

La función es sencilla, Beatriz está correctísima como Mónica. Quizá un poco impostada en el movimiento corporal de algunas escenas. Brilla más cuando se olvida de gestualizar y subrayar algunas emociones. Es real cuando se dirige al público, algo que yo eché de menos en más ocasiones, y que en mi opinión añadiría mucha más carga emocional a toda la propuesta.

Últimos golpes es un texto necesario, un texto que nos enfrenta a realidades cercanas, que ocurren a nuestro alrededor y ante las que no podemos ponernos de lado. La idealización del amor como única fuente de felicidad, la falsa verdad de que la vida en pareja es la culminación del sentido a la vida. Utopía que pocas veces se cumple, pero que nos esforzamos en creer y forzar. En ese intento se quedan las libertades por el camino. En esos momentos los Últimos golpes son los que ponen punto y final, los que deben dar la fuerza para iniciar una nueva vida.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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