El Teatro Calderón de Madrid se vistió de gala el pasado lunes 17 de julio para conmemorar el centenario de la Fundación Rotaria Internacional. De la mano de la Orquesta del Liceo Sinfónico de Moguer todos los asistentes viajamos al Nueva York más mítico con las melodías de Gershwin.
Rhapsody in blue es una de las composiciones más míticas del compositor americano. En ella se conjugan la armonía y el jazz. Su ritmo lleva inevitablemente a las calles de Nueva York, a los rascacielos, a los clubs nocturnos, a las marquesinas de los teatros de Broadway. Woody Allen en su maravillosa “Manhattan” nos regaló una de las secuencias más memorables de la historia del cine acompañado de esa legendaria melodía. Disney no dudó en incluirla en su celebrado remake de “Fantasía”. Rhapsody en blue es todo un viaje en forma de melodía.
Para la ocasión, una orquesta de más de 60 integrantes nos deleitó no solo con la mítica Rhapsody in blue, sino con algunas de las más celebradas y reconocidas melodías del maestro Gershwin. Desde “I Got Rhythm” a “Summertime”. La orquesta dirigida por el maestro Iván Macías sonó potente y certera. Imposible no removerse en la butaca. Si a ello le añadimos la voz de Talía del Val y Virginia Carmona entonces la velada toma tintes de evento único.
Aunque con algún fallo de sonido en los primeros compases del concierto, solventados rápidamente por un aguerrido técnico, el concierto se desarrolló entre las melodías interpretadas por las solistas y otras interpretadas íntegramente por la orquesta. El punto álgido lo marcó – como no podía ser de otra manera- Rhapsody in blue. La melodía nos llevó al clímax del concierto, para terminar con la impactante “Summertime”.
El Liceo de Moguer vuelve a meterse al público en el bolsillo eligiendo para su repertorio temas conocidos que en manos de una gran orquesta consiguen embelesar la platea. Ya lo hizo con la versión concierto de “El Fantasma de la Ópera”, el musical de creación propia “Germinal”, y ahora con esta interesante propuesta homenaje al gran Gershwin. No les pierdan la pista pues sus propuestas siempre se saldan con ovaciones en pie. El lunes, al salir del teatro hubo que frotarse los ojos para reconocer Madrid y no la Quinta Avenida.
Crítica realizada por Moisés C. Alabau
