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18.07.2016 Críticas  
Una comedia veraniega

Después de su éxito nueve años atrás, LA PARTIDA vuelve al Teatro Lara de Madrid de la mano de Óscar Sanz Cabrera -autor y director de la obra- que pone en escena una versión revisada con un nuevo reparto compuesto por Juan López Tagle, Alfonso Mendiguchía y Jorge Cabrera. Tres amigos de la infancia que se reúnen periódicamente pero que poco o nada tienen en común.

La amistad es una de las relaciones interpersonales más comunes que la mayoría de las personas tenemos a lo largo de nuestra vida, por ello esta comedia nos resulta cercana en determinados momentos. Quién no se ha identificado alguna vez con estos tres amigos que mantienen una relación sin saber qué es lo que verdaderamente los une.

La obra es un reflejo de muchas amistades actuales y es por eso que consigue captar nuestra atención en un primer momento, aunque luego podamos dispersarnos debido al ritmo pausado que hace que la función vaya perdiendo interés. Sí, el transcurso de la obra se hace lento y, aunque nos podamos sentir identificados con lo que en ella se narra, no deja de agotar el hecho de que no ocurra nada inesperado o sorprendente.

La acción se desarrolla en el salón del piso que comparten dos de los protagonistas. Un decorado sencillo, utilizado de manera adecuada, por el que deambulan los tres amigos. El cruce de conversaciones entre ellos lo llena todo. Así pues, el único decorado de la obra te sumerge en un ambiente lleno de roces propios de la convivencia forzada entre personas muy diferentes. El juego de luces, bien utilizado, tiene la función de darnos a entender que determinados momentos de la obra suceden fuera del salón del piso –en un bar, en una discoteca, etc.- aunque el decorado de éste siga presente.

Los actores calan perfectamente sus personajes y la forma de interpretarlos, por lo que nos encontramos frente a tres hombres muy diferentes pero creíbles. Los tres dan vida a personajes que posiblemente te recuerden, en mayor o menor medida, a alguien cercano aunque por otro lado, la obra –incluidos los protagonistas- está llena de tópicos y estereotipos: el dependiente de mamá que come gracias a los tuppers y se viste porque ella lava y plancha su ropa; el guarro descuidado al que, además, le apasiona compartir su guarrería con quienes le rodean y el ambicioso y exitoso.

¿Entretiene? Sí, pero no deja poso. ¿Se podría mejorar? También, porque la función es lineal, con un ritmo lento y pausado y con un desenlace final previsible pero real. En definitiva, LA PARTIDA es una obra simpática –en tono de humor- para pasar una calurosa tarde veraniega.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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