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25.09.2019 Críticas  
La última noche (en Japón)

La Sala Flyhard empieza temporada con una producción de l’ESCAC. Karaoke es un trabajo de fin de curso de los alumnos de 4º de Guión y de Dirección Artística. Un modo original para plasmar los miedos e incertidumbres que nos pueden o han podido acechar a todos en el momento en que toca enfrentarse al mundo y mostrarnos (o no) como creemos que somos.

Una vez vista, y tras dos semanas de exhibición, podemos valorar el paso de Karaoke por nuestra cartelera de dos maneras, unidas entre sí. Tanto por la iniciativa o acuerdo del centro formativo y la sala como por los valores y potencial que tiene la pieza. Se intuye un buen acompañamiento de Marc Angelet y Sergi Corbera como tutores y no deja de ser un guiño amable y sugestivo la proximidad formal y temática al estilo del primero.

De la dramaturgia y la dirección destacamos la pericia para anteponer las posibilidades dramáticas de la situación inicial y su desarrollo por encima de las audiovisuales. Karaoke bien podría ser una película y aquí se ha sabido adaptar al formato teatral todo lo que sucede. El qué y el cómo. Los intérpretes saben mantener la atención, tensión y anticipación del público y logran dibujar unos personajes creíbles a partir de una creación verosímil y a una compenetración que se mantiene inalterable. Movimiento, voz, intención y caracterización sin salirse prácticamente en ningún momento del personaje. En este sentido, damos la bienvenida a Belén Barenys, Joan Esteve, Junyi Sun y Laura Weissmahr.

Caos, distorsión y realidad. Ideas desarrolladas no solo a partir del argumento y los personajes sino también a través de la puesta en escena. Del trabajo conjunto sorprende que los distintos (y muchos) elementos y recursos se complementan y encuentran un lugar determinado y común y nunca saturan por acumulación. Un factor más que valida la decisión de esta colaboración. Quién sabe si en futuro, este vínculo podría tener continuidad, incluso convertirse en algo regular o habitual.

A nivel escenográfico y de diseño se consigue sacar buen partido de las posibilidades del espacio y se juega muy bien con el uso del giratorio empleado, así como con sus connotaciones. De este modo, tanto los cuerpos como las situaciones se moverán con una fuerza centrífuga y centrípeta que le se sientan muy bien a la propuesta. En combinación con el grafismo, la iluminación, el espacio sonoro y los audiovisuales, el viaje es bastante completo y compartido. Todo muy bien auspiciado por el responsable técnico de la sala, Xavi Gardés.

Como espectadores podemos reconocernos en esa necesidad de mostrar los miedos e inseguridades en los que nos sumimos cuando intentamos descubrirnos a través de nosotros mismo, precisamente, a través de la búsqueda de nuestro talento. Tribulaciones que todos los implicados han sabido plasmar a través de la ficción que han creado y que comparten con entusiasmo y capacidad de despertar nuestra empatía.

Finalmente, y más teniendo en cuenta las dificultades de acceso para encontrar espacios de exhibición, la oportunidad que se brinda aquí es algo que se ha aprovechado en gran medida. Karaoke es una pieza que se inscribe dentro de una corriente actual que combina audiovisual y reminiscencias del género de la ciencia ficción y el distópico. Una propuesta con una idea de partida más que interesante y que presenta una buena base con potencial de desarrollo dramático, tanto en lo referente al contenido como a los intérpretes y demás departamentos implicados.

Crítica realizada por Fernando Solla

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