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16.11.2018 Críticas  
Cuadros multicolores y surrealistas cobran vida

Este pasado verano visité el Museo del Prado y me cautivó especialmente El jardín de las delicias» en la sección de El Bosco. Recuerdo pararme en los infinitos detalles que enriquecen este especial tríptico y de pensar en la influencia que ejerció este pintor flamenco en los artistas surrealistas de principios del siglo XXI.

Recuerdo perfectamente que pensé: ¿Cómo pudo alguien pintar algo así en el siglo XVI?. La compañía canadiense Les 7 Doigts se hace la misma pregunta. Y para contestarla, coproduce junto a Theatre Republique un espectáculo que navega entre el teatro y el circo para que el espectador se sumerja en el mundo de Jheronimus Bosch sin moverse de su asiento. Bosch Dreams realiza un viaje fantástico por algunas de las pinturas más conocidas de El Bosco en una función llena de colorido, música y proyecciones que hacen que sus cuadros cobren vida sobre el escenario con un sencillo argumento donde un historiador expone la obra del autor flamenco a la par que le escribe a su hija cartas de lo que le va ocurriendo.

El elenco de 7 artistas se arregla con un llamativo vestuario (y máscaras), tanto como el de los propios cuadros que representan y de los personajes que hay en ellos; seres que están sacados del imaginario más surrealista. El recorrido nos lleva a visitar y conocer de cerca «El jardín de las delicias», «El carro de heno», «Las tentaciones de San Antonio», «La extracción de la piedra de la locura», «Mesa de los pecados capitales»o «El prestidigitador» entre otros. Y, a la par que observamos los cuadros y hacemos una inmersión en algunos de sus delirantes detalles, los personajes de esos lienzos acaban cobrando vida en el cuerpo de Vladimir Amigo, Sunniva Byvard, Raphael Filiatreault, Émile Mathieu, Elisa Penello, Timothé Vincent y Leah Wolff, los artistas de Les 7 Doigts.

Técnicamente, el montaje es de gran calidad (aunque en uno de los primeros números hubo algún que otro pequeño fallo de caída de las bolas). La integración de los números equilibristas con la idea del proyecto y la historia que se relata y que sirve de base (que solo en algunos momentos se nos hace excesivamente larga) hacen del conjunto un proyecto totalmente original. Pero si en algo destaca Bosch Dreams es en lo visualmente atractivo que resulta para el público. Las proyecciones en el telón de fondo nos presentan el contexto, y las de la pantalla delantera crean un marco que deja la parte central, el corazón del escenario, para los ejercicios efectuados en cada escena, consiguiendo así presentar esa triple dimensión en vez del plano habitual de cualquier cuadro. Todo eso, unido a la música y todas las sensaciones que generan este montaje tan colorista, logra captar la atención de un público que hasta aplaude en mitad de función. Aún recuerdo con admiración el número de Dalí sentado en una piedra rodeada de flores, observando a una de las mujeres desnudas de «El jardín de las delicias» realizar su número dentro de una burbuja. Y también cabe resaltar la juventud de los artistas y sus grandes capacidades para su relativa corta edad.

Este es un preciosista ejercicio inspirado en el arte, por lo que el resultado final solo puede ser arte. Arte que agradecemos al Teatre Auditori de Sant Cugat que traiga a su programación para el disfrute de un público que admira la originalidad, la belleza y el buen hacer que se percibe en Bosch Dreams.

Crítica realizada por Diana Limones

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