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02.11.2018 Críticas  
Ecos de una crisis

La sala Cuarta Pared ha estrenado un interesante proyecto escrito para el Royal Court de Londres, que se estrenó allí mismo, dentro del Open Court Festival, sobre la visión de la autora, Vanessa Monfort, de la realidad española en pleno acaecer de la crisis que devastó su sociedad, y de la cual, son deudores muchos de los padecimientos que sufrimos hoy en día.

Tierra de Tiza es un conjunto de escenas que nos transportan a los años oscuros de la crisis social y económica que sufrió España desde principios de la primera decena de los años dos mil. Estamos finalizando 2018, y los estragos de la terrible gestión de tan grave acontecimiento, son en los que estamos inmersos, en forma espiritual de brotes verdes. Monfort hizo protagonistas a distintos sujetos de la fatal realidad, y es esto lo que da forma al proyecto, una serie de fotografías, como la propia compañía quiere calificarlo, de instantes de la vida de un hombre orgulloso de vivir en la mejor calle de la ciudad, aunque sea, literalmente; una pareja enfrentada por la incertidumbre que les rodea, la desasosegante realidad de un desahucio, el renacer de la fe en el ocultismo y las fuerzas del universo, y el poder de la dialéctica de los principales responsables, los señores de corbata, los políticos.

La dirección de Roberto Cerdá del equipo actoral es correcta, y especialmente efectiva en el episodio del desahucio, protagonizado por Rosa Manteiga. Las fotografías esparcidas por el vacío escenario, y las escasas pertenencias en una caja, sobrecogen a la audiencia con una interpretación muda, meramente gestual. Es desesperante asistir al camino de esta mujer hasta el borde del abismo, escuchando todos los mensajes del buzón de voz que la acosan desde el altavoz de su dispositivo móvil; esas voces llegan a materializarse como espíritus invisibles insoportables.

Tierra de Tiza podría haber sido un montaje basado únicamente en esta pieza central del proyecto, y su efectividad y actualidad podría ser pasmosa. El discurso de la joven camino de acampar en la Puerta del Sol, interpretado por Rebeca Matellán, suena lejano y obsoleto, como el proyecto en si, visto en el casi 2019. Que el público londinense pudiese vivir durante una hora y cuarto la realidad española del 2013, era de una osadía y actualidad pasmosa, pero el acicate final para levantar a la platea en contra de amedrentarse y dejarse vapulear por políticos y banqueros, no termina de calar ni siquiera siendo la función el mismo día que Rodrigo Rato entraba en prisión.

Tristemente el espíritu del 15M ha quedado en una anécdota, y según han ido pasando estos años, hasta los mismos adalides de la causa, se han ido desenmascarando y todo ha quedado mayormente en pose. Una revisión y actualización de lo que en el 2013 se dijo y lo que de eso queda en el 2018, hubiese considerado necesaria, para que, al menos, mi sensación o acogida de Tierra de Tiza no fuese considerarla trasnochada y antigua. Soy un hijo de esa crisis, mi situación laboral e ingresos son deudores de todo aquello, pero al igual que el mendigo de Ramón Ibarra, que abre la obra, me encuentro resignado, achantado, y asumiendo como propio el discurso que hasta la saciedad se me ha inculcado para convertirme en parte del rebaño manso: «he vivido por encima de mis posibilidades, y claro, esto al final no deja de ser culpa mia».

Crítica realizada por Ismael Lomana

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