Entre 1610 y 1611, William Shakespeare finalizó su producción teatral en solitario con La Tempestad, una obra particular y distinta, llena de música y magia, con la que sorprendió a su público. Durante solo cuatro días, recala en el Teatre Nacional de Catalunya en Barcelona la versión valenciana escrita y dirigida por Roberto García, con muchos cambios y mucha esencia.
Casi diez años después de su estreno en estas mismas salas, llega a las Naves del Español de Madrid la continuación de Los nadadores nocturnos, Premio Max al mejor espectáculo revelación de 2015: Los nadadores diurnos. Salón de belleza, de José Manuel Mora, repitiendo dirección de Carlota Ferrer.
Los Teatros del Canal de Madrid terminan la temporada acogiendo el estreno absoluto de Jamás caer vivos (Run), un texto y dirección de José Padilla, con un acertado casting, en el que se incrustan desde hoy y hasta los griegos el deporte y la política, los derechos humanos y las corruptelas del poder.
Carlos Aladro se despide del Teatro de la Abadía de Madrid responsabilizándose de la puesta en escena de El pato salvaje, la adaptación de uno de los textos más duros de Henrik Ibsen sobre el valor y el sentido de la integridad moral.
Loles León vuelve como estrella absoluta a los escenarios de la mano de Juan Luis Iborra en el Teatro La Latina de Madrid con Una noche con ella, un espectáculo en el que repasa su vida a la par que demuestra su gracia, estilo y capacidad para entretener, divertir y emocionar.
Llega al Teatro Kamikaze lo nuevo de Miguel del Arco. Ilusiones es un texto del joven autor ruso Ivan Viripaev que juega con dos parejas casi octogenarias, que en sus últimos días de vida recordaran sus vivencias, anécdotas y sobretodo decidirán si el amor debe ser correspondido o no, o si todo ha sido una ilusión. Un montaje con destellos y alguna decisión confusa.