El Teatre Tantarantana retoma uno de los títulos más celebrados de la última edición de Terrats en Cultura. Si tinguéssim més coca et demostraria com t’estimo es una pieza que convierte la excusa inicial en hábil maniobra para tratar varios temas, entre los que la identidad, la clase social y el amor adolescente delimitan el desarrollo de la función.
El Teatre Tantarantana presenta una de las últimas piezas del británico Phil Porter. Blink nos explica una historia tan chocante como conmovedora. Una historia de amor tan disfuncional como pueda serlo la soledad en la que viven sus personajes. La versión de La Carbonara Teatre consigue, además, dos interpretaciones que convierten lo improbable en verosímil.
El Teatre Tantarantana sube una pieza de Alberto Conejero al Àtic22. Cliff (Precipici), dirigida y traducida por Francesc Amaro, nos ofrece una de las mejores radiografías escénicas sobre el deseo insatisfecho que hemos visto en mucho tiempo. También una interpretación matizada, rica y pormenorizada de un Pau Sastre que nos atrapa desde que aparece en escena.
Albert Lladó sube su aproximación a Ícaro hasta el Àtic22 del Teatre Tantarantana y la constatación de que nos encontramos con un autor que sabe cómo integrar los elementos simbólicos con los más tangibles se apodera de nosotros. Una segunda obra que mantiene líneas estilísticas con la anterior, y también algunas referencias, a la vez que traza su propio recorrido.
Subir estos días al Àtic22 del Teatre Tantarantana es equivalente a realizar un viaje. Gossos de neu es un caso único en su especie. Una historia que ya sería interesante si se explicara de manera convencional y/o lineal pero que se sirve sumida en un estado alterado y superpuesto que nos arrastra hacia la misma sensación de suspenso y peligrosa ingravidez que viven los protagonistas.
El Àtic22 del Teatre Tantarantana recupera el trabajo ganador del 3º premio DespertaLab 2016. Dramaburg es una dura a la vez que ineludible denuncia hacia y desde las entrañas del mundo del espectáculo. Una pieza relevante por lo que dice, por la manera en que lo hace y por el lugar donde se sitúa para manifestarse.
El Teatre Tantarantana convierte el Àtic22 en un espacio distópico y quizá no tan improbable como nos gustaría pensar con Punt de fuga o la moral de l’herbicida. Un acercamiento a un género que se suele trabajar mucho en el terreno audiovisual pero no tanto en el dramático.
La Canina se instala en el Àtic22 del Teatre Tantarantana para ofrecernos un espectáculo que nos invita a indagar y perdernos junto a los intérpretes y protagonistas. 94 Minuts es un ejercicio de y sobre la creación escénica y su capacidad para plasmar una historia de amor perfecta.
“Soy la verdad relativa. Soy el que convence a las liebres para que se dejen engullir por los lobos. Soy el que siempre, siempre, pulsa la tecla adecuada. Soy el oportunismo. Soy Protágoras”.
Oscuridad. Silencio. Cuatro disparos. Y un hombre muerto a bocajarro con una 9 mm. El hombre muerto, Raúl Undurraga, es periodista e hijo del alcalde de la ciudad. El policía que investiga el caso, joven pero perseverante. Y luego, los tres sospechosos: el propio alcalde y padre de la víctima, el jefe de policía y Charo, su mujer y amante del malparado Undurraga.