“Las Sisters” presentan en el Molino de Barcelona su segundo espectáculo, CABARETAZO, una moderna visión del cabaré y el teatro de variedades lleno de música, bailes y muchísimo humor.
La compañía “Las Sisters” formada por la soprano Ana Yanini (Ana Liviana) y la cómica Sil de Castro (Sil Vicious) arrastran en su aventura a la pianista La Maria Rosa (Eme Erre La Pobre), para explicarnos la historia de “dos divas venidas a menos (que nunca estuvieron venidas a más)” en su búsqueda de la fama, en su caso El Moulin Rouge y que terminan por descubrir que lo realmente importante es el amor y éste no está a más distancia de cinco metros a la redonda.
CABARETAZO es un espectáculo variado y muy divertido que merece la pena su precio por lo ofrecido en los 90 minutos de duración. La historia del éxito de ambas cabareteras es lo de menos, un mero McGuffin para mostrarnos sus habilidades, venturas y desventuras y sobretodo para hacer que el público se revuelque de risa en su asiento, en el suelo o en donde quiera que le pille en ese instante.
Tanto Las Sisters como su pianista-tramoyista-chicaparatodo, tienen unos roles bien marcados y definidos; son tan diferentes entre sí que caen en la cuenta de que si se complementan hacen una cabaretera de verdad, y encima de las buenas.
Ana Yanini canta como los ángeles, si voz es tan aguda que parece irreal, pero no, ni hace playback ni es irreal, es una soprano en toda regla que no desentonaría en ninguna ópera de las representadas en el Liceu. Durante los primeros minutos de CABARETAZO pensaba que Yannini ponía la nota lírica y no la humorística, por suerte me equivoqué y la intérprete mostró una capacidad mímica de la que quedé gratamente sorprendido y encantado.
Por su parte, Sil de Castro es el humor en estado puro, los mejores chistes y chascarrillos son suyos (tanto los escritos como los improvisados), no por nada es una consumada experta en el, siempre difícil, arte del stand-up comedy. Desternillante.
Cuando Las Sisters dejan de interactuar con el público o de molestar a su pobre pianista y salen de escena para realizar sus cambios de vestuario, Eme Erre se lía la manta a la cabeza y ejerce de auténtica reina de la función (no porqué lo haga mejor sino por ser menos esperado) cantando y bailando, haciendo cantar y bailar a los presentes como si fuera Pastor de una Iglesia Evangélica. Una delicia.
El elenco lo cierra el cómico J.J. Vaquero que, vía proyección virtual, ejerce de director de la compañía y guía a las protagonistas en su ascenso al estrellato. Si hay poner algún pero a la obra, haría hincapié tanto en el personaje en sí como en la interpretación del famoso monologuista. Vaquero no es precisamente santo de mi devoción aunque le reconozco cierta gracia en su faceta de “cuenta chistes”; pero al no contarlos en CABARETAZO su interpretación me parece exagerada, atropellada, sin gracia y, por ende, absolutamente innecesaria. A las chicas no les hace ningún favor, no les hace falta, su espectáculo ya es variado, contundente y sólido sin su presencia.
Después de ver CABARETAZO creo que puedo responder a la pregunta que nos hacían tanto Ana como Sil al inicio de la función: ¿crees en el humor a primera vista? SÍ, CREO. SÍ, QUIERO.
Crítica realizada por Manel Sánchez