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04.07.2016 Críticas  
El legado Lehman

A lo largo de la historia, se han transcurrido muchas crisis económicas. Una de las más fuertes de estos últimos tiempos fue la que arrancó en el 2008 y la que posiblemente la mayoría (sino todos) de ustedes, que ahora me están leyendo, habrán sufrido en mayor o menor manera.

Buena culpa del origen de ella fue la caída del Banco Lehman Brothers de Nueva York, quien después de años y años de gestión y de estar detrás de transacciones más que conocidas, cerraba sus puertas. Esto dejaba a 25000 personas sin trabajo y a la economía mundial en una situación tan desastrosa que aún a día de hoy, 8 años después, no hemos podido reconstruir.

LEHMAN TRILOGY es la obra con la que me estreno este Grec 2016, en la que se explica la historia de la familia Lehman desde que Henry, el primero de ellos, judío de origen alemán, emigrara a Estados Unidos y fundara su pequeña tienda de telas en Montgomery, Alabama a mediados del siglo XIX. Luego le siguieron sus dos hermanos menores, Emmanuel y Walter, de modo que la familia fue creciendo y afianzándose allí hasta que finalmente crearan en Nueva York el imperio del que todos hemos oído hablar muchas veces estos últimos años.

Para explicar parte del origen de este capitalismo en el que nos hemos ahogado y que abarca 3 generaciones Lehman a lo largo de más de 150 años, el dramaturgo italiano Stefano Massini escribió una obra que originalmente duraba más de 7 horas y comprendía un elenco de 13 actores, pero que su director aquí ha reducido, sin que la obra se resienta, a 150 minutos y 6 actores.

El guión de esta obra maestra tiene la peculiaridad de que cada personaje, que interpreta a un Lehman diferente, narra en tercera persona la historia de sí mismo. La dificultad viene cuando lo alterna, en ocasiones contando sus vivencias al público en forma de monólogo y en otras conversando entre ellos mismos.

Evidentemente, esto lo convierte en un guión con gran dificultad de ejecución y que exige una atención extrema por parte de los actores para saber exactamente cuando callar y cuando intervenir, para que el resultado sea excelente. La perfección de las conexiones de esas alternancias y la naturalidad que los actores despliegan en cada momento, ya sea cuando se dirigen al público como cuando vuelven a hablar entre ellos, es de tal magnitud que te hacen partícipe de su vida desde el minuto uno.

Yo siempre digo que cuando la atención en una obra tiene que estar enfocada a la palabra, el montaje se puede permitir cierta sencillez, porque el valor lo tienen los diálogos y no tanto el resto. En LEHMAN TRILOGY sucede eso en cierta manera. Pero tengo que decir que la conjunción de escenografía, el diseño de luz y el vestuario de esta obra suma muchos puntos al resultado final. La sencilla forma en que nos damos cuenta paulatinamente como se ha montado un ‘imperio’ frente a nuestros ojos, la representación visual de un incendio sin fuego o de la guerra de Secesión, o el estilismo americano de 3 generaciones diferentes, digamos que son los detalles, a modo de guinda, que coronan esta gran tarta «Massini» que anoche devoré minuto a minuto.

Por último, quiero agradecer a Santi Ricard, Òscar Muñoz, Jordi Rico, David Vert, Jacob Torres y Rubén de Eguía (los 6 Lehman), el respeto hacia su profesión, su buen hacer en el escenario, y el arduo trabajo que estoy convencida que ha supuesto aprenderse tremendo guión y hacerlo suyo. Y como no, no quiero dejarme atrás a su director Roberto Romei, quien con una gran formación en su Italia natal y una larga experiencia como actor y director, ha logrado que considere esta obra como una de las obras del año para mí, hasta este momento.

No pueden perderse esta historia en forma de tragicomedia que La Villarroel va a mantener en su programación todo este mes de julio. Repito (y no me cansaré de hacerlo), LEHMAN TRILOGY ya es para mí una brutal obra maestra del 2016.

Crítica realizada por Diana Limones

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