Cuando uno necesita explicar quién es, cómo ha sido su infancia, pero ese es un lugar al que no quiere volver, al que nunca perteneció, surgen mecanismos entre imaginativos y teatrales que reconstruyen el pasado. Es la clave de la obra que la compañía La Utópica ha estrenado en el teatro Porta 4 de Barcelona: HOME, SWEET HOME.
La obra nos presenta a los cuatro hermanos de una familia americana de clase baja de los años 70: Petra (Laura Manchón), llena de un vacío existencial y asediada por la pobreza; Sparks (Francesc Abril), el hermano mayor, un tipo turbio y violento metido en ambientes poco recomendables, Willy (Iris di Cassi), que ha logrado salir del barrio metiéndose en política, por la extrema derecha; y el narrador, el pequeño Timothy (Marc Fabregat), que oscila entre su infancia y su adolescencia para explicarnos cómo interpretaba todos los amargos detalles que pasaban a su alrededor. O más bien, cómo los filtraba.
Hay un protagonista más: la ciudad de San Francisco, durante los momentos clave durante los años 70 que la transformaron en lo que es hoy. El ascenso y el asesinato de Harvey Milk forman parte de un trasfondo social en el que se mueven los cuatro personajes, y que aunque pueda parecer muy lejano les afectará de lleno.
El texto de Jaume Viñas ya da herramientas a los actores, pero la dirección de Ester Cort es esencial para llevar la obra a buen puerto. Manchón, Abril y DiCassi miden bien sus interpretaciones, para marcar momentos de intensidad en sus respectivas oscuridades, y a la vez presentar el mundo más juguetón (y hasta idílico) que pasa por la cabeza de Tim, que nunca es del todo ajeno a lo que pasa a su alrededor. Fabregat apenas roza la adolescencia y la juventud en sus narraciones, la mayor parte del tiempo se mantiene o se refiere a su infancia, pero sostiene perfectamente el peso de la obra, haciendo que traguemos mejor la píldora amarga de esa vida terrible, y aumentando el choque de los peores momentos, que ocurren yuxtapuestos a sus fugas mentales.
Fugarse puede ser necesario para sobrevivir. No cambiará el mundo, pero puede ayudar a intentar sobrevivir a él: le ocurre a todos los personajes, de una manera u otra, todos tratan de huir de quienes son, de su pasado, de su presente o de su aciago futuro. Tim es el reflejo más puro de esos cuatro personajes atormentados que están condenados a llevar la misma sangre y a convivir, por ello. Desde la rabia o desde una fingida ignorancia, siendo lobos para el hombre o pequeños topos. Odiando u olvidando.
Crítica realizada por Marcos Muñoz