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04.06.2016 Críticas  
La ideología no impugna el crimen

El Espai LLiure acoge como última propuesta de esta temporada la puesta en escena de un texto del irlandés Owen McCafferty. Ferran Madico dirige un montaje enérgico que propicia el debate y la necesidad de ofrecer un espacio común de diálogo que permita la tregua entre ideologías rivales, así como la objetivación y razonamiento de algunos imperativos categóricos.

La acción nos sitúa en un pub de Belfast, en 2009. Mientras Irlanda del Norte y Polonia compiten por la clasificación del mundial de futbol, tres hombres coincidirán en el local donde se retransmite el partido. Primero Robert (Xisco Segura), camarero polaco y Jimmy (Francesc Garrido), lugareño que recibirá la complicada visita de Ian (Òscar Rabadan), ideológicamente rival de Jimmy. Los dos irlandeses, amigos durante la infancia, mantendrán un profundo y acalorado ajuste de cuentas verbal. Quizá no habrá perdón o quizá sí. Pero sí la necesidad de ese encuentro.

Un matiz muy interesante del texto de McCafferty es la localización de la violencia en un territorio relativamente pequeño, donde nuestro vecino puede ser nuestro enemigo. Puerta con puerta. La dirección de Madico sabe gestionar muy bien la progresión de los personajes en paralelo al desglose de los detalles que nos permitirán conocer el origen del conflicto común. Si bien es algo que ya está en el libreto, el trabajo dramatúrgico y la dirección de actores permiten que la información no llegue solamente de manera enumerativa a través de los diálogos, sino que también se profundice mediante los cambios de registro y el tono de las interpretaciones.

El contraste en la creación de los personajes invita a la reflexión. Si bien Ian es el verdugo del pasado, Rabadán lo interpreta de modo que parece la víctima. Y viceversa la encarnación de Jimmy con la que Garrido soporta la mayor parte del peso de la función o del debate propuesto: ¿hasta qué punto es capaza de perdonar la víctima cuando se le ofrece la posibilidad y sólo depende de ella la decisión y responsabilidad de hacerlo o no? ¿Cuánto o cuán poco tenemos asumida la violencia a nuestro alrededor y cuándo la justificamos o defendemos bajo el disfraz de una ideología? ¿Por qué nos parece lícito hacerlo? Los dos actores mantienen la tensión de la conversación, con la dificultad añadida de mostrar su desarrollo (así como el proceso interior de sus personajes) a tiempo real de manera más que convincente. Muy profunda en el caso de Garrido. Xisco Segura mantiene el tipo como invitado de piedra del encuentro y sabe recoger en su interpretación las premisas y conclusiones de los demás personajes para mostrarlas a modo de espejo ante lo que sucede hoy en día.

La escenografía de Damià Corfrén (impregnada de los graffitis de Olmo di Gesú y José Luis Ramos) recrea el pub en su totalidad con un colorido que contrasta con la solemnidad de la acción propuesta. Muy lograda la colocación de las puertas (entradas y salidas) y esa sensación, incrementada por el espacio sonoro de Roc Mateu, de que la violencia nos espera ahí fuera. El texto realiza un paralelismo bastante explícito entre el conflicto de Irlanda del Norte y la actitud de algunos seguidores de los equipos enfrentados en un partido de futbol. La decisión de ofrecer a través del televisor del pub el encuentro deportivo, también a tiempo real, actúa de algún modo como metrónomo para los personajes. Del mismo modo, la elección de pantallas de led para mostrar al público los mensajes telefónicos de Robert dota de profundidad al personaje. Puede despistar un poco la aparente falta de conexión con el conflicto central de la trama, pero al final y al analizar los distintos puntos de visto, la decisión toma un acertado sentido.

Finalmente, EN VEU BAIXA consigue mantener vivo el debate sobre la problemática que describe, en especial sobre la indiferencia con la que convivimos con la violencia, en sus múltiples manifestaciones. La localización concreta no reduce la magnitud universal de las ideas y evidencia la raíz común (y humana) de los conflictos. Teatro urgente y vigente que, como mayor virtud, es capaz de plantar ante nuestros ojos una situación real y reconocible a partir de una historia ficticia y hábilmente desarrollada.

Crítica realizada por Fernando Solla

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