Àtic 22 es un espacio de creación teatral indepediente en el barrio del Raval de Barcelona. Pequeño, íntimo y donde el público se acerca perfectamente a los actores. Donde se viven las reacciones más de cerca y donde uno aprecia el trabajo bien hecho de pequeñas formaciones del teatro barcelonés, como es el Col·lectiu La Santa.
HISTORIA DE MI HUIDA es la intensa e interesante opción que nos traen en esta ocasión, en el que van a tratar temas cotidianos (y no tanto) del interior de las familias y de las personas. Y es bien apropiado que diga interior, porque esto queda bien escenificado a lo largo de la obra, donde los sentimientos se interiorizan a nivel emocional y donde esto queda demostrado físicamente, reservando sentimientos y acciones en los interiores de habitaciones y hogares.
Esta historia va de Luisa, una madre y Alba, su hija. Pero bien podría haber sido la mía con mi madre o tu historia con la tuya. Los problemas que son comunes en la adolescencia y luego en la madurez, que refieren a las relaciones personales entre los miembros de la familia y los daños que causan la rupturas, las mentiras y las excusas quedan reflejados a la perfección en esta obra de unos 70 minutos pero que alcanza una intensidad y un realismo en ciertos momentos que te pueden hacer incluso llorar.
Simona Quartucci es Luisa, una madre sobreprotectora que ha llegado a anular a Arántzazu Ruiz, Alba, su hija por miedo a perderla, a no estar a la altura y por los miles de miedos que padres tienen sobre sus hijos. Alba quiere a su madre, pero no deja de exigirle una actuación diferente frente a los problemas que ambas tienen que sufrir, como familia monoparental.
Pero HISTORIA DE MI HUIDA es más que eso, es un guión que va abriendo nuevos horizontes y con una trama que va in crescendo, a medida que se va desarrollando, para finalmente descubrirnos secretos tan bien guardados que hasta uno mismo no quiere ni sacar.
Solo dos actrices en un pequeño escenario, con solo una mesa como barrera física, generacional y emocional. Ambas actuando de forma extraordinaria, con una entrega evidente en sus interpretaciones donde lo dan todo hasta el final. Aunque me permito alabar a ambas, quiero destacar sin duda alguna la interpretación de Arantzazu (Alba, la hija) delante de la cual me quito el sombrero: por sentir y por hacernos sentir de esa manera.
No quedan muchos días ya, pero francamente reconozco que el teatro de pequeño formato, sigue ganando puntos sin medida entre mis preferencias para tocar temas tan sensibles como las duras relaciones familiares. Un aplauso por los colectivos que insisten en mantener la esencia del teatro y por los que, como La Santa, consiguen llevar adelante proyectos tan inmensos como HISTORIA DE MI HUIDA. ¡No se lo pierdan y puede que encuentren un poquito más de su yo interior ahí reflejado!
Crítica realizada por Diana Limones