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13.05.2016 Teatro  
La amistad no está por encima de todo

Gabino Diego, Antonio Garrido y Antonio Hortelano, dirigido por Gabriel Olivares, presentan en el Teatro Condal de Barcelona NUESTRAS MUJERES, una comedia francesa de Eric Assous. Nos presenta a dos amigos que esperan a un tercero que llega tarde a su tradicional partida de cartas, con un buen motivo: acaba de asesinar a su mujer.

¿Con este planteamiento tan poco cómico puede hacerse una comedia? Recordemos que “Con faldas y a lo loco” empieza básicamente con la Matanza del Día de San Valentín. Sí, se puede hacer comedia, y muy inteligente, con un punto de partida tan lóbrego. No, aquí no se va a minimizar el maltrato, ni la violencia de género: eso está de fondo, como algo condenado desde el principio, pero las cuestiones que trata NUESTRAS MUJERES son otras que lo tocan tangencialmente.

NUESTRAS MUJERES es una obra muy francesa (ahí está, por ejemplo, el guiño de su aséptico cartel) y muy actual, lo que no quiere decir que esperemos la escalada de locuras de, por ejemplo, las comedias de Veber. Pero es muy francés plantear una reflexión filosófica y sociológica como la que se encuentra en el núcleo de la pieza de Assous, y hacerlo tanto en serio como en broma: ¿hasta dónde llega la amistad? Si un amigo nuestro comete un delito, ¿le denunciamos? ¿Es justo no hacerlo? Y, ¿pesa en nuestra decisión lo que le echamos en cara o lo que le agradecemos? ¿Al violento lo etiqueta un acto o una trayectoria?

Otro tipo de temas que aparecen en la obra son la incomunicación de las parejas, los errores de nuestras relaciones (los dos aspectos más relacionados con el título), nuestras carencias morales o sociales, en incluso el choque generacional. Y todo eso con un ritmo interesante, que no abusa de la exposición y nunca se olvida de hacer reír.

El que se lleva la palma de los actores es Antonio Garrido: su Max es el verdadero protagonista de la obra, y es en su piso donde transcurre toda la acción. Su posición ante el conflicto (denunciar el crimen) es también la más fácilmente defendible, aunque seguramente también habrá quien se posicione como el más tibio Pablo de Gabino Diego. Pero es además el personaje mejor construido y creíble; a ratos cuesta ver a Diego como el reumatólogo que se supone que es. Antonio Hortelano, por otra parte, tiene la difícil tarea de defender a Simón, el asesino: aparece poco en escena, pero es un elemento clave para la trama y para las reacciones de los otros personajes, el causante de todos los problemas para sus amigos pero, a medida que avance la historia, en el fondo un ser humano con sus defectos y sus virtudes.

Es importante destacar que nos creemos que esos tres tipos (y sus “mujeres”, a las que nunca vemos) tienen una historia en común de varios años, y eso es vital para esta pieza. Además de la relación entre los personajes, Olivares ha cuidado en particular el timing del texto, ora ágil, ora encabalgado, ora cómicamente previsible. La escenografía de Anna Tusell, sencilla, moderna, fría y sólida, se combina con la iluminación de Carlos Alzueta para resaltar el carácter de los amigos, el paso de las horas, las aspiraciones modernas y la soledad de la que, en el fondo, necesitan escapar. Y para colmo, ofrece el mejor gag sobre la típica luz que se enciende con palmadas que recuerdo

Sí, la obra también tiene tiempo para esas payasadas. Porque nos recuerda, en medio de los altos vuelos que puede llegar a alcanzar el discurso y el trasfondo de la obra, lo ridículos que somos. NUESTRAS MUJERES divierte y hace pensar, en una proporción equilibrada, y no pretende llegar a conclusiones por nosotros. Se agradece tanto al autor como a los que lo han puesto en escena.

Crítica realizada por Marcos Muñoz

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