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04.04.2016 Críticas  
Adaptación «brutal» del clásico de Molière

Lo ha vuelto a hacer. Julio Manrique me ha vuelto a dejar con la boca abierta. Y en esta ocasión, puedo corroborar mejor que nunca que lleva la interpretación en las venas, al haber compartido escenario con él (como figurante temporal) y al haberlo contemplado desde la primera fila de platea en la Sala Petita del TNC.

En DON JOAN, Manrique interpreta al eterno seductor, libertino y descarado, infiel y vividor, que defiende hasta la muerte la libertad de acción y pensamiento.

David Selvas (director), nos trae una adaptación moderna del clásico de Molière que nos recuerda que la historia de la humanidad se repite una y otra vez, pues el mismo Don Juan del que el autor escribió allá por el siglo XVII encaja perfectamente con el patrón y actitudes de algunos hombres (y porque no, mujeres) de la actualidad.

Blasfemo e irreverente, desafiante a la justicia de un Dios Superior, egoísta y egocéntrico, materialista y hasta pueril en ciertos momentos; DON JOAN se encuentra en el punto de la trama de su vida que le va a hacer pagar por todos sus pecados juntos. Y todo esto, sin un ápice de arrepentimiento, a pesar de las reacciones de las personas más importantes en su vida, como su mujer Doña Elvira, su padre Don Lluís o su fiel hombre de confianza, Sganarelle, quien a pesar de su lealtad hasta el fin, no deja en ningún momento de enfrentarlo a la realidad de sus actuaciones y de recordarle que, aunque no lo parezca a veces, la justicia existe.

Con tal argumento y la profundidad psicológica de cada uno de los personajes, muy raro sería que saliera algo mal. Si además, seleccionas unos actores que den personalidad y carácter a sus interpretaciones y finalmente haces una adaptación diferente y personal, aunque respetando el esqueleto de la historia, nos sale de la coctelera una versión muy original del clásico.

Este DON JOAN arranca en su primer acto como una obra fresca y moderna y descubre al espectador el tipo de persona con la que se va a encontrar el resto de la función. De ahí, y pasando por lo que parece una comedia con un punto de vodevil y con escenas divertidas para relajar al público durante el inicio, nos encauza hasta lo que finalmente nos encontraremos: una tragedia oscura y en ciertos momentos incómoda de digerir. Esto último es excelente, porque eso significa que el guión, el grupo de actores y el trabajo de iluminación están consiguiendo su objetivo: demostrar la bajeza humana en muchos casos, y el daño que resulta de aquellos que egoístamente nunca piensan ni en los demás ni en la consecuencia de sus actos.

La obra lo tiene todo, pero quizá por gusto personal me quedo con las lecciones moralistas que evidentemente tienen que existir con un guión como este. Muchas de estas enseñanzas las imparte Sganarelle en las continuas conversaciones con su jefe (interpretado por un gran Manel Sans, que mantiene estoica y elegantemente su segundo puesto) y la disertación de si existe o no Dios entre Don Joan y él da, cuánto menos, materia para pensar. Pero quizá por la profundidad del mensaje y por la actuación impecable (teatro 100%) me quedo con el responso de Don Lluís (Lluís Marco), padre de Don Joan, donde se resalta la consecuencia de nuestras acciones en la gente que nos rodea y como estas afectan al buen nombre de nuestra familia. Y como no podía ser de otra manera, el monólogo del propio Don Joan, hacia el final, cuando parece que un personaje así no es capaz de pensar en otra cosa que no sea en sí mismo y en mujeres, diversión y dinero, y que nos deleita desde la oscuridad del escenario con su apreciación de la gran hipocresía que ha plagado este mundo.

Con un final ‘a lo grande’ y haciéndose justicia, se apagan las luces y así es como acaba esta obra de teatro. Teatro con todas las letras. DON JOAN, como dije al principio, tiene todos los ingredientes para ser disfrutada al máximo: tiene un elenco que está completamente a la altura de la producción, por lo que no quiero dejar sin mencionar el excelente trabajo de Anna Azcona (Maturina), Cristina Genebat (Donya Elvira), Xavi Ricart (Don Carlos), Javier Beltrán (Pedro) y Nausicaa Bonnín (Carlota) y tiene una puesta en escena atrevida y libertades de guión que le dan total personalidad al mismo, a pesar de mantener la historia tal y como Molière la escribió.

Hasta que no se demuestre lo contrario, hay personas que sabes que no te van a decepcionar y con este proyecto, el equipo actoral, artístico y de dirección de La Brutal se ha ganado en mi lista un triunfo más.

Crítica realizada por Diana Limones

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