La Sala Gran del TNC acoge el estreno de un texto nunca antes representado en Cataluña. EL PROFESSOR BERNHARDI estará con nosotros hasta el próximo veinte de marzo. Arthur Schnitzler escribió esta pieza en 1912 aunue la censura austríaca prohibió su estreno hasta después de la Primera Guerra Mundial.
El montaje que nos presenta Xavier Albertí ha trasladado la acción a la actualidad, no así el texto, manteniendo los términos médicos de entonces y las alusiones a la Viena del momento. Feliu Formosa firma la traducción y Lluïsa Cunillé la adaptación, que compacta las más de cinco horas que duraría el material original en poco menos de tres.
El conflicto es el siguiente: un médico se niega a que una paciente que no sabe que se está muriendo (tras habérsele practicado un aborto clandestino) reciba la extremaunción. A partir de ahí, la influencia del ideario religioso confrontada por la convicción y ética médica sacudirá a todos los estamentos. En paralelo, la obra es testigo del momento de plena evolución que vivían tanto las artes como las ciencias, así como el giro estético hacia la prioridad ética de las mismas. Subvenciones, antisemitismo, votaciones que cambian su curso en el último momento, búsqueda de la oposición izquierdista de símbolos con los que identificarse en un momento de crisis de las ideas… Ayuda que los dos actos se dividan también en dos escenas cada uno. Así la localización y los personajes quedan fijados y explicados de manera concreta desde un primer momento y los espectadores podemos sumergirnos en este interesantísimo debate sobre cómo el posicionamiento ético de cada uno y su cabida o no en el mundo actual pueden llevarnos a la repudia de nuestros semejantes. Hasta qué punto estamos dispuestos a llegar está magníficamente plasmado en la dirección de actores y su contraposición, especialmente en el dueto Bernhardi (Lluís Homar) y el Ministro de Educación Flint (Manel Barceló).
Este montaje requiere un elenco de actores capaz de meterse en el cuerpo de los personajes que interpretan para mostrar, por un lado, su posicionamiento ideológico más o menos arquetípico o extremo y, a la vez, evidenciar el choque contra el texto y con el personaje de Bernhardi. Y todos lo consiguen. Joel Joan, Pep Cruz, Joan Negrié, Albert Pérez, Roger Casamajor, Rubèn de Eguía, Oriol Genís, Jacob Torres, Jordi Andújar, Guillem Gefaell y Sílvia Ricart. Colegas, detractores, hijo, periodista, políticos… Todos conseguirán mostrar el momento en que el careo con Bernhardi les hará cuestionar las propias convicciones así como las del profesor. Excelente reparto. El personaje de Manel Barceló será el que más oportunidad tendrá de explicar los motivos de su comportamiento y el actor lo aprovechará para mostrar todas las caras del Dr. Flint de un modo ecuánime pero a la vez plasmando todas las contradicciones planteadas. Situados en este nivel interpretativo, la primera parte del segundo acto supone la catarsis definitiva del choque de ideas y su punto de encuentro. Sin querer desvelar más detalles de los necesarios, el desenlace de la conversación entre el cura Franz Reder y Bernhardi resulta un momento antológico. Magnífico Albert Prat en su pulso con Lluís Homar.
Y párrafo aparte para el protagonista de la función. Homar realiza en EL PROFESSOR BERNHARDI una interpretación asombrosa y de una generosidad inmensa, capaz de abastar lo inalcanzable del texto de Schnitzler. La iluminación de Ignasi Camprodón difumina el espacio para favorecer el primer plano y es algo que Homar trabaja de un modo que nos provocará la sensación que todo se oscurece menos la cara del actor. La gestualidad con la que acompaña sus palabras. La cadencia sosegada y serena con la que Homar suele decir sus textos se romperá en dos momentos inolvidables. El ataque de ira al final del primer acto y su mutis final son ya dos momentos imprescindibles del teatro de la casa. Nunca habíamos visto a un Homar así, y el resultado es francamente increíble. Y así lo recibe un público, que aplaude al final de algunas de sus escenas.
Otra de las mayores virtudes del montaje de Albertí es que evidencia la vigencia del texto sin elementos discursivos explícitos, con una elocuente puesta en escena. La escenografía de Lluc Castells y Jose Novoa utiliza un mobiliario de estilo Bauhaus que recuerda al sillón Wassily de Marcel Breuer o la silla Barcelona de Mies Van de Rohe. Es decir, estructuras tubulares de aspecto industrial. Esta elección no es gratuita, sino que refuerza a través del decorado la importancia y adecuación del texto a la renovación estética de la época en que fue escrito, así como su influencia en la misma y posteriores. Una escenografía mínima pero muy expresiva y que potencia siempre lo que sucede ante y tras nuestros ojos. El uso insistente de distintos tipos de lámparas intensifica la teoría conspiratoria contra Bernhardi, así como da la sensación que su persona y su ideario están sometidos a autopsia como si de un cuerpo inerte se tratase. La imagen final el cubo de cristal cubierto de humo (que dará paso a un mutis de Bernhardi-Homar antológico) consigue una imagen incisiva e impactante. Algo así como un placaje definitivo para el espectador.
Es posible que EL PROFESSOR BERNHARDI pueda parecer un texto algo denso. Nada más lejos de la realidad. La propuesta de Albertí (sirviéndose de la interpretación de Homar) evidencia al Shnitzler que parodiaba la estructura de tragedia clásica al mismo tiempo que dinamitaba cualquier planteamiento artístico o profesional canónico e inamovible. En manos de Homar, Bernhardi resulta hoy un día esa persona capaz de superar la supeditación de la verdad al lenguaje o la capacidad de expresar verbalmente las ideas que conforman un ideario personal no contaminado por la corriente dominante. Por el texto y por su autor, por todos los implicados en su puesta en escena y por un Homar exultante e insuperable, la visita al TNC debería ser indispensable. En la Sala Gran hasta el próximo veinte de marzo.
Crítica realizada por Fernando Solla