El teatro es muchas cosas, desde el más trivial entretenimiento hasta la provocación más irreverente, del drama a la comedia, del pasar el rato a la pura reflexión y crítica social. MI RELACIÓN CON LA COMIDA entra en este último apartado y lo hace por la puerta grande. Una muestra de que el teatro sin artificios llega a lo más hondo del razonamiento humano.
Un único personaje, una actriz irrepetible y un texto que disecciona todos los estratos de la sociedad en la que vivimos y que creemos que dominamos. No nos equivoquemos, MI RELACION CON LA COMIDA no es teatro fácil, es teatro del que incomoda, del que incluso nos obliga a mirar hacia otro lado, pero hay que ser valiente y mirar de frente, al fin y al cabo lo que se nos cuenta lo vemos día a día en nuestras calles, en nuestras ciudades, en nuestras vidas.
Esperanza Pedreño se mete en el papel de esa autora que es invitada a un restaurante de esos que jamás se podría permitir. La invitación proviene de un colega de profesión para posiblemente cerrar algún tipo de acuerdo. Esa invitación es el gatillo que va a provocar el disparo, es la náusea que precede al vómito, el grito que precede al llanto desgarrador. Durante más de una hora y sin pausa para coger aliento, este denso personaje va a dejar claro sus motivos, no solo para no aceptar esa invitación sino además la repulsión que le produce.
MI RELACION CON LA COMIDA toma ese desencadenante para capa a capa, ir destapando las miserias de la sociedad, especialmente la española, trillada de tradiciones y rencores que jamás se olvidaran.
Es imposible no sentirse identificado con algunas de las razones y motivos que se van exponiendo. Gran acierto ese montaje, ese escenario sobre el que se van escribiendo demoledoras sentencias, frases, insultos. Hay mucha fuerza, contenida al principio y desbocada en el epílogo. Se siente envidia, yo sentí envidia. Si pudiéramos gritar en la calle lo que se grita en ese escenario seriamos libres, honestos, más humanos. Si pudiéramos aplastar sin piedad las injusticias. Si pudiéramos!
Vayan a contemplar el chorro de verdad, vayan a impregnarse de fuerza y coraje.
Crítica realizada por Moises C. Alabau
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