Una saga familiar, a caballo entre el pasado y el futuro que retrata las emociones y sentimientos más intensos del ser humano.
Cuando los secretos duelen, cuando las palabras hieren, cuando la vida mata, cuando las familias se odian, se aman y se recuerdan. Cuando no se sabe si es peor no tener nada que decir, que tener tanto, que no saber por dónde empezar. CUANDO DEJE DE LLOVER es todo eso y además es una obra maestra.
Revelación y éxito total la temporada pasada, se vuelve a programar está obra que deja noqueado al más duro de los espectadores. La excelente sala Fernando Arrabal de las Naves del Español, en el Matadero, se llenan cada noche de un público dispuesto a empaparse, a emocionarse y a vivir una experiencia teatral de unas dimensiones indescriptibles.
CUANDO DEJE DE LLOVER es un texto reciente, del 2008, escrito por el australiano Andrew Bovell, en la que se relata la historia de cuatro generaciones de una misma familia entre Europa y Australia.
Lo que empieza como casi una anécdota, ese personaje del que aún desconocemos su dimensión, y que caminando agitadamente para resguardarse de la incesante lluvia, se encuentra con que le cae un pez del cielo. Eso que es hasta gracioso, es el desencadenante de una historia que se teje con fuerza, hilvanando de manera mágica a todos los miembros de la familia de ese, en principio divertido personaje.
Nueve actores, interpretando a siete distintos miembros de esa familia, dos de las actrices interpretan al mismo personaje pero en edades distintas. Una escenografía sencilla, pero con un alto poder de transformación y de una efectividad deslumbrante. No me atrevo a decir que la función es perfecta, pero lo que yo pude contemplar rozó la perfección.
Si bien al principio nos inquieta saber y descubrir quién es quién en cada escena, y como lo vamos relacionando con lo que vamos descubriendo de las vidas de los personajes, una vez tenemos ubicados mentalmente a todos ellos, entonces las emociones van aflorando, les vamos viendo las capas y capas de vida que tienen encima. Nos descubrimos emocionados ante el desenlace que imaginamos. Y cuando llega, nos damos cuenta de que somos parte de esa familia. Esas emociones que se gritan, esos amores que se verbalizan, eso somos nosotros también, esos secretos inconfesables, esas lagrimas ante la pérdida del amor, el desengaño, la traición y sobre todo la familia.
Y la gran pregunta es: ¿Cuándo dejará de llover? ¿Qué ocurrirá cuando deje de llover? Eso no se lo voy yo a revelar. Les ordeno que vayan y se mojen del arte que destila está función. Dense prisa, tienen hasta el ocho de noviembre para vivir una experiencia vital.
Crítica realizada por Moises C. Alabau