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03.06.2015 Teatro  
Cinco instantes no tan preciosos

Ubicado en pleno barrio de Gracia de Barcelona, Porta 4 es un espacio profesional de formación, producción y exhibición teatral. Una sala de teatro independiente que desde 2010 ofrece producciones de pequeño formato. Hoy, acudimos a ella para disfrutar de CINC INSTANTS PRECIOSOS.

Desde 2002 la compañía Alea Teatre, nacida del grupo de teatro amateur de Cervera llamado Brot Escènic, se caracteriza por sus espectáculos en la calle, animaciones y también por sus diferentes obras de teatro que representan de manera amateur y en circuitos profesionales.

Este fin de semana, se estrenó en Porta 4 CINC INSTANTS PRECIOSOS, una obra dirigida por Albert Parra repleta de momentos de intensidad emocional a los que acompaña al piano Ignasi Camps.
Un escenario oscuro, desnudo y sin telón; en el que tan solo hay un teclado y un taburete que dará casi todo el protagonismo a las actrices, ya que parte de la atmósfera que se crea es obra también de la música en vivo del pianista.

La obra se divide en cinco instantes en los que cada personaje nos mostrará la experiencia más intensa y emocional provocada por diferentes tipos de amor, desarrolladas en una atmósfera de decadencia y obscenidad.

La melodía triste del piano abre el espectáculo, en el que aparece Mireia Rossich interpretando a una joven en silla de ruedas con dificultades para hablar que cuenta cómo su madre la maltrata y culpa de la muerte de su padre.

El primer monólogo ya nos adentra en una obra triste y dura al que le sigue el testimonio de una joven de 18 años interpretada por Sara Matías que confiesa estar tremendamente enamorada de su desagradable y toxicómano padre, con el que se acuesta desde que tenía 13 años.

Esta sensación tan amarga continua con el monólogo de Alba Bosch que también hace que nos intrigue cuál es la desgracia que nos transmitirá con su historia. La historia de Alba es la menos violenta y nos expresa su relación de amor-odio con otra chica.

En el cuarto instante, Carmina Marsiñach interpreta a una madre divorciada y despechada que sin trabajo ni dinero intenta cuidar de su hijo, al que le han diagnosticado autismo.

La última historia interpretada por Nália Solé y Aurora Matías continúa con la misma atmósfera, con ausencia de final feliz, en la que dos niñas recuerdan cómo su abuelo maltrataba a su madre.

De este modo y durante menos de 60 minutos, el escenario se convierte en un confesionario de asesinatos y maltratos en el que las protagonistas exponen crudamente su lado más humano, lleno de debilidades, fortalezas, dolor y esperanzas.

Las dimensiones de esta pequeña sala nos permiten sentir más de cerca las interpretaciones de las actrices e incluso nos llegan a transmitir su sufrimiento. La sobreactuación de las actrices en algunos momentos hace que esta transmisión de sentimientos se vea interrumpida y te haga salir de la atmósfera que han intentado crear. Por otro lado, la obra ganaría sonoridad y calidad si la melodía viniera de un piano y no de un teclado eléctrico que se oye hueco y sin matices.

Crítica realizada por Milena Vazquez

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