MARES i FILLES nos presenta un diálogo musical entre una madre y una hija. Se trata de un musical sobre la discusión entre estos dos personajes porque la hija decide irse de casa. En una hora fugaz presenciamos como las dos luchan por su felicidad.
Tanto Nina como Mariona Castillo demuestran una precisión y una afinación exacta y empastan las voces perfectamente. En el caso de Nina es impresionante su capacidad de llegar a volúmenes casi imperceptibles. Precisamente por el volumen cómodo en el que está planteado el musical, la microfonía realmente no parece muy necesaria. Aparte, la calidad del sonido de la sala, a veces no ayuda a entender ciertas partes del texto cantado.
El punto de partida de la historia no lo vemos, y las actrices ya entran con un bagaje emocional: ya están metidas en la historia antes de empezar, vemos la historia ya empezada. Además, la interpretación de las actrices acompaña perfectamente al desarrollo de la música. Y aunque hay momentos en que ves claramente que están cantando -porque es un musical-, las notas quedan en segundo plano y el trabajo del texto es el que destaca.
La fragmentación del espectáculo en canciones sin escenas de texto intercaladas da la sensación de querer rellenar esos espacios con texto hablado, o tal vez de más música que no dejar espacio para el silencio o el descanso del público. Sin embargo, tanto Mariona como Nina están conectadas en todo momento con lo que están haciendo. Están tan metidas en la historia que hasta los momentos de silencio son realmente interesantes y están cargados de emoción.
En el caso de la atmósfera, el espacio escénico queda demasiado vacío por el tamaño del escenario y por la falta de escenografía. Esto no facilita visualizar el sitio concreto donde ocurre cada canción, aunque potencia el carácter emocional de la obra. En todo caso, cabe decir que la iluminación ayuda a apoyar en todo momento los momentos en que los personajes se hablan a sí mismos, involucran al público o discuten con el otro.
La puesta en escena parece sencilla y sutil, pero resulta muy efectiva. Las explicaciones de los cuentos quedan realmente mágicas gracias a la coreografía de Ariadna Peya. De hecho, en momentos puntuales llega a integrar también a la directora musical y pianista.
Clara Peya está todo el rato en escena y toma parte y opina de lo que oye, disfruta y vive lo que está tocando al piano. Se deja llevar por su música, como si ella no condujera, si no que fuera la música la que la lleva a ella. Se podría decir que es capaz de recrear cualquier espacio emocional con lo que toca. Y no hay nada puesto porque sí… Muestra de ello es que hay momentos en que la música explica el monólogo interior de los personajes: no hace falta que hablen para saber que les está pasando por la cabeza.
En resumen, este musical es un gran ejemplo de porqué un actor deja decir un texto para ponerse a cantar: ese momento tan cotidiano como una discusión con tu madre se convierte en algo importante y relevante, ya que no se trata de una discusión cualquiera; es la discusión. MARES I FILLES habla de ese momento vital en que el cordón umbilical desaparece: las madres luchan por no perder su rol eterno de ser madres y las hijas luchan por dejar de ser niñas.
Crítica realizada por el equipo de EnPlatea.com